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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'Apuesta mal hecha'

Yo era consciente, cuando escribí mi carta Apuesta mal hecha, de que me iban a contestar, y así lo ha hecho la señora María Ruiz, en su carta Apuestas, publicada el día 7 del presente mes. La citada señora pretende imitar mi estilo y el del diario EL PAÍS. El mío es difícil, pero el de su diario lo dudo, por ser uno de los de mejor calidad, a mi modesto modo de ver, de los europeos. Otra cosa es que por aquello de que no le llamen periódico oficial del Gobierno se haya decantado últimamente por una línea de derecha proclive a quien nos rigió durante cinco años y tuvo el mérito de ser franquista inteligente, rara avis en el franquismo, y que ha logrado en parte que España se modifique, cambie, se remoce, pero que a cambio nos inflacionó hasta el 26,4%, nos llegó casi a militarizar, etcétera. Y lo que no entiende mi estimada señora es que Felipe II no tenía butano, calefacción, agua caliente, televisión, etcétera, y hoy hasta en viviendas muy modestas se tienen esos bienes. Por descontado, sé muy bien que la etapa de Felipe II se distingue por su intransigencia, su intolerancia y su Inquisición.Respecto a los parados reales, que no pasan de 500.000 lo sabemos casi todos los españoles que tenemos o trabajamos para pequeñas y medianas empresas. Puedo decirle que una vez llegan a la empresa los anotados en la oficina de empleo y se les ofrece, pongamos por caso, 100.000 pesetas desueldo, prefieren seguir con la chapuza de 90.000 y otras 55.000 que cobran del paro y te piden que les pongas la palabra rechazado sobre el documento que portan. Para más aclaración, autorizo al diario EL PAÍS para que dé mi dirección a quien quiera y poderles demostrar que es muy difícil encontrar muchos oficios solicitándolos a las oficinas de empleo.

Mire, mi estimada señora María Ruiz: el hablar bien del Gobierno, esté el que esté, no es mercancía que se venda bien; lo nuestro es protestar por protestar y esperar a ver si los cielos o los hados nos envían al hombre providencial que nos salve. Y yo le pregunto: ¿ese hombre providencial nos va a hacer menos pícaros, vamos a pagar bien nuestros impuestos, vamos a darnos de baja cuando estamos buenos, vamos a seguir ensuciando las calles con los papeles y cigarros que arrojamos, vamos a seguir saltándonos los semáforos, etcetera? No, mi querida y respetada señora; venga quien venga, seguiremos siendo eso, españoles de la picardía, despiste y racaneo, y de este modo aún no nos ha redimido ningún salvador. Somos nosotros, mi querida y respetada señora, los que hemos de salvarnos si queremos ser de verdad europeos.

Ni san Felipe ni san Fraga ni san Suárez nos han salvado ni nos salvarán.

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Para terminar mi quizá aburrida carta, voy a decirle una cosa. Nos llamamos católicos y somos un país que vamos a misa, pero robamos a la Hacienda pública más de ocho billones de pesetas al año y mantenemos en la cárcel a quien ha robado 350 pesetas de una cabina telefónica. Este asunto necesita de un cambio de nuestra mentalidad sobre el robo, que ninguno

de los santos anteriormente citados nos va a proporcionar.- Ignacio Fernández.

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