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Carreras se recupera de su enfermedad y espera en Seattle su regreso a Barcelona

El tenor podrá volver a actuar el próximo septiembre

José Carreras celebró la Navidad en el apartamento que ha alquilado en Seattle (EE UU), acompañado de sus hermanos, su cuñada y unos amigos. Unos problemas estomacales, derivados de la quimioterapia, le estuvieron provocando náuseas y pequeños vómitos durante todo el día, lo que le impidió recibir visita alguna. Una leche de almendras y una naranja de California triturada fueron su único alimento sólido. El cantante estaba fatigado y débil, pero esperanzado, porque sabe que se está recuperando y que pronto podrá volver a su casa de Barcelona.

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Los últimos análisis que se le han practicado confirman que los médicos acertaron al trasplantarle su propia médula ósea. La agudísima leucemia linfoblástica que padecía ha sido borrada de su sangre. Ahora el tenor sólo debe de esperar a concluir el tratamiento. En febrero podrá regresar a su verdadera casa, a Barcelona, y según los médicos, si no hay complicaciones, dentro de nueve meses podría estar en condiciones de volver al trabajo, salir al escenario y esperar a que levanten el telón."Está cansado y le cuesta comer, pero si estos problemas en el esófago persisten, le medicarán durante un par de días para cerrarle esas llaguitas que le han salido en el esófago a consecuencia de la quimioterapia", declara a EL PAÍS Albert Carreras, hermano del cantante, horas después del dinar de Nadal -almuerzo de Navidad-, que este ajilo ha reunido a su familia muy lejos de Barcelona.

Albert Carreras, convertido en la mano derecha e izquierda del cantante desde que el pasado verano los médicos del hospital Americano de París y los del Clínico de Barcelona diagnosticaran la existencia de leucemia en la sangre del cantante, se apresuro a explicar que "las causas de estas náuseas son normales y cuando cesen José podrá comer con facilidad y su estado mejorará".

José y Alberto Carreras apenas se separaron unos minutos darante el día de Navidad. Vieron un poco la televisión, leyeron unos periódicos y escucharon ópera en el compact-disc que han comprado en el Down Town de Seattle, "para que José se distraiga". La lógica fatiga del cantante no le permite prolongar sus actividades y su cuerpo se resiente de los esfuerzos que ha tenido que realizar durante los primeros días del tratamiento. El cansancio le impidió hablar con todas las personas que le llamaron para felicitarle las fiestas, pero sí lo hizo con sus dos hijos, Laura y Albert.

Albert Carreras declaró sobre el trasplante de médula ósea (TMO) efectuado a su hermano que "ha sido muy positivo, pero al principio fue muy duro, porque las primeras pruebas no salieron bien y todo se puso cuesta arriba. Ahora, 40 días después del TMO, el rostro de Albert Carreras refleja cansancio, pero se halla animado porque "José mejora".

El tenor abandonó el hospital el pasado miércoles y los médicos creen que es muy positivo que siga el tratamiento desde el apartamento que ha alquilado en Seattle y que ya ha sido equipado con todos los aparatos que el artista necesita. Está previsto que Carreras acuda a diario al hospital, donde seguirán vigilando su evolución.

José Carreras está en manos del equipo del Fred Hutchinson Cancer Research Center, de Seattle, el mejor centro de TMO del mundo. El Hutchinson, creado en 1975, ha controlado desde entonces 2.300 trasplantes de este tipo y ofrece unos resultados estadísticos importantes: el 65% de sus pacientes con leucemia ha sobrevivido a la enfermedad.

El doctor C. Dean Butckner, el médico que controla este mes al cantante, cree que "estos casos suelen ser difíciles, pero José lo está llevando bien y los resultados indican que en estos momentos no hay leucemia en su sangre, y eso es muy importante".

Dean Butckner y el propio Albert Carreras se muestran reacios a dar muchas explicaciones sobre el estado exacto del paciente. La avalancha de periodistas que se les ha venido encima y que han molestado en exceso al tenor "ha sido terrible", cuenta Susan Edmons, portavoz del Hutchinson. Edmons en todo momento ha negado que el tenor estuviera fuera del hospital, para tratar de evitar molestias al paciente. Penny Spar, la responsable de la agencia de noticias Un¡ted Press International (UPI), con sede en Seattle, tampoco se explica "por qué los periodistas europeos persisten en hablar con alguien que no quiere hacerlo".

En torno a la condición física del artista, Susan Edmons declara que "es buena". Según la portavoz del hospital, "José no tiene fiebre, su mucosa empieza a funcionar, sus encías han mejorado, puede hablar sin dificultades y comienza a digerir alimentos sólidos, muy bajos en bacterias, muy ricos en minerales".

"José se lamenta a veces de que se hable tanto de su enfermedad", declara Albert Carreras, "pero también ha descubierte, que el público le quería mucho más de lo que él imaginaba y por eso ahora sólo piensa en volver a cantar". Este familiar del tenor comenta con orgullo que "cuando voy a comprar discos me emociono, porque veo muchos trabajos de José y me doy cuenta de que incluso aquí, tan lejos de casa, mi hermano es muy popular".

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Seattle, situada al noroeste de Estados Unidos, en el Estado de Washington, junto a Canadá, no es el lugar donde José Carreras había proyectado pasar estas Navidades. El cantante reservaba estas fiestas para actuar en el Liceo barcelonés y para ir a su casa de canipo de L'Atmella del Vallés. "Nadie podía imaginar hace unos meses que estaríamos aquí, pero tampoco creíamos hace unas semanas que en Navidad José estaría fuera del hospital y sin problemas en su sangre", dice su hermano, que realizaba estas declaraciones en el vestíbulo del Parkview Plaza. Los Carreras viven en el apartamento 1.303, y (desde allí puede verse la bahía de Elliott, bañada por las aguas del océano Pacífico y repleta de gaviotas grises.

Después de muchos días de aislamiento forzoso, el pasado miércoles 23, a las 11 horas locales (20 horas en España), José Carreras; pudo dejar aquel habitáculo repleto de computadoras. Al abandonar la planta, el tenor se despidió de algunos de los niños que sufren leucemia y que corretean por los pasillos y a quienes su enfermedad estos días no les ha impedido que trataran de tirar de las barbas postizas de los Santa Claus que les han visitado y participar en las actividades navideñas organizadas por las enfermeras.

Cuando ese día Carreras dejó el Swedish Hospital, un músico estaba tocando el arpa. Curiosamente, al salir a la calle, Carreras lo hizo por la puerta que da a la avenida de Broadway, que cruza todo el distrito hospitalario del norte de Seattle, conocido como el First Hill.

Hacía nueve meses, el 25 de marzo, cerca de otra avenida de Broadway, en Nueva York, Carreras conseguía uno de sus mayores éxitos profesionales al interpretar la ópera Cristóbal Colón en el Carnegie Hall. Ahora el arpa del Swedish Hospital interpretaba Noche de paz, y José Carreras iniciaba, esperanzado e ilusionado, una nueva etapa de su recuperación.

La meta está en Europa

José Carreras ha comenzado la cuenta atrás hacia su recuperación definitiva. El día de Navidad se cumplieron los primeros 39 días desde que el tenor fue sometido al TMO y, por tanto, le quedaban otros 60 días para poder abandonar Seattle. Su regreso a Europa está fijado, si todo transcurre como hasta ahora, para el próximo mes de febrero.La gran esperanza de Carreras está en Europa. Regresar a casa significa que el tratamiento del Hutchinson ha sido un éxito y que la leucemia que padecía se ha controlado eficazmente.

Barcelona es la línea de meta para el tenor. Cuando regrese allí, sin embargo, deberá guardar reposo durante seis meses y su sangre deberá controlarse con regularidad. De ello se encargarán los médicos del servicio de hematología del Clínico, que estarán en contacto con Seattle por si es necesario variar el tratamiento.

"Si Carreras supera estos seis meses, se podrá dedicar a cantar si así lo desea", explica el doctor Dean Buckner, que estos días ha tomado el relevo a la doctora Jean Sanders en el cuidado del famoso paciente. Sanders, que fue quien practicó la TMO a Carreras, aún alaba la precaución y el valor del tenor para preservar intacto su gran tesoro personal: sus cuerdas vocales, que corrían el peligro de dañarse si se le aplicaba una anestesia total.

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