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La negociación por la paz en Nicaragua fracasa por la ofensiva 'contra' y la discusión sobre las delegaciones

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIAL Seis horas de negociaciones en Santo Domingo fueron suficientes para poner en evidencia lo lejos que están el Gobierno nicaragüense y la contra de conseguir un acuerdo para devolver la paz a su país. El ruido de las balas en Nicaragua y la negativa de la contra a reunirse con los asesores extranjeros nombrados por el Gobierno hicieron fracasar la segunda ronda del diálogo que trata de poner fin a una guerra que ha costado ya más de 40.000 vidas.

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El cardenal Miguel Obando y Bravo, mediador en estas conversaciones, anunció, irritado, poco después de la una de la madrugada de ayer, en la puerta del arzobispado de la capital dominicana, que se había llegado a un callejón sin salida en las negociaciones, ante la imposibilidad desertar en la misma mesa a representantes de los dos bandos. No quiso decir que toda esperanza de proseguir el diálogo se había perdido; prefirió confiar en que "la consulta con la almohada haga reflexionar" a las dos partes, pero el fracaso estaba pintado en su rostro. En la tarde de ayer, las dos delegaciones permanecían en Santo Domingo, inamovibles en sus posiciones, por si el cardenal quería hacer una propuesta de última hora.Obando se había reunido primero en la noche del lunes con la delegación del Gobierno, presidida por el vicecanciller Víctor Hugo Tinoco, quien le transmitió que el Gobierno de Nicaragua depositaba en los asesores extranjeros toda la autoridad para negociar "Ios aspectos concretos" de un alto el fuego. Estos asesores son el socialdemócrata alemán Hans Joergen Wischnewski, y los norteamericanos Paul Richter y Roger Fischer.

Posteriormente, en la reunión con la delegación de la contra, encabezada por el economista y ex banquero, Jaime Morales Carazo, el cardenal recibió la negativa a sentarse con la comisión gubernamental si no formaba parte de ella al menos un nicaragüense. "No es que rechacemos a los asesores extranjeros; cada parte tiene derecho a elegir como miembros de su delegación a quien considere conveniente, pero creemos que éste es un conflicto entre nicaragüenses y queremos que forme parte de la delegación al menos un nicaragüense", manifestó Morales al término de su encuentro con Obando.

El cardenal, por su parte, no quiso señalar ningún culpable, pero narró los hechos diciendo cue la delegación del Gobierno se había negado a incluir a un nicaragüense en la comisión que debía negociar un alto el fuego.

En definitiva, tal como estaba previsto, se consiguió sólo lo que ya estaba conseguido: una tregua de Navidad de dos días, mañana y pasado mañana.

Incluso esta tregua está actualmente en peligro si no se pone rápidamente fin a los combates que se libran todavía en el este del país como consecuencia de lo que la contra denomina la ofensiva más importante que ha lanzado desde el comienzo de la guerra en 1981. El Gobierno nicaragüense afirma haber recuperado el control en dos de las tres ciudades atacadas, pero reconoce que la batalla continúa en la localidad de Bonanza. La contra, que dice haber movilizado en esta operación 7.000 hombres en una zona de 250 kilómetros cuadrados, da por cumplidos todos los objetivos militares, incluido el ataque contra un moderno sistema de radares y aparatos de comunicación e intercepción.

En el otro frente de la guerra, en la frontera con Costa Rica, la contra alcanzó el lunes un avión comercial de carga de la compañía Aeronica. Cuatro de los tripulantes resultaron heridos como consecuencia del ataque realizado con misiles norteamericanos Red Eyes. El aparato tuvo que efectuar un aterrizaje de emergencia.

"Los dueños del circo"

No era ésta, desde luego, la mejor carta de presentación para conversar en Santo Domingo. La reacción del Gobierno sandinista a estos ataques fue el mismo lenguaje cerrado de siempre "queremos negociar con los dueños del circo, no con los payasos", decía Tinoco para referirse al deseo del Gobierno de discutir directamente con la Administración norteamericana- y el alejamiento a distancias siderales de la posibilidad de paz.Cuesta trabajo suponer a qué fueron las dos delegaciones a Santo Domingo, si no es que lo hicieron forzados por una dinámica de diálogo regional en la que verdaderamente no creen. La contra, enardecida por los últimos éxitos militares y por el acuerdo del pasado domingo en el Congreso norte americano para conceder una nueva ayuda de ocho millones de dólares a los antisandinistas, expresó su poslición sobre el territorio minero de Bonanza, Siuna y La Rosita. El Gobierno, por su parte, no está en condiciones de negociar la paz a cambio de la concesión de reunirse cara a cara con los rebeldes.

Tampoco se acaba de entender el papel del cardenal, quien había dicho a su llegada a Santo Domingo que contaba con la promesa, de Daniel Ortega y de Arístides Sánchez, miembro de la dirección de la contra, de que se mantendrían contactos directos entre las dos delegaciones. O le han engañado o nadie quiere perder la oportunidad de lucirse en Santo Domingo.

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