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Ceaucescu afirma que Rumanía atraviesa "complejas circunstancias internas"

Andrés Ortega

El máximo dirigente rumano, Nicolae Ceaucescu, habló ayer de las "complejas circunstancias internas e internacionales" en las que se encuentra Rumanía al clausurar en Bucarest la conferencia del partido comunista. Ceaucescu, en un gesto que fue genuinamente aplaudido -frente a los impresionantes aplausos y vítores de autómatas que puntuaron su intervención-, anunció que el año próximo se sacrificarán 300.000 reses más de bovino para el consumo de la población. Todo ello ocurría después de conocerse que en la noche del lunes se había declarado un incendio en los locales del órgano oficial del partido, Scinteia.

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La edición que llevaba el discurso inaugural de la conferencia salió del martes, y de nuevo ayer, con retraso, así como otros diarios que se tiran en el mismo lugar. Según algunas fuentes rumanas, el incendio se declaró por medio de unas balas de papel, que destruyeron parte de la edición. Las versiones oficiales negaron este hecho y señalaron que el retraso en la edición se había debido al esmero y cuidado con que hubo de ser preparada.Este enviado especial no ha podido confirmar otras noticias que circulan en Bucarest, según las cuales entre cinco y siete oficiales del Ejército fueron recientemente detenidos en Arad, junto a la frontera húngara, supuestamente por sospechas de atentar contra la seguridad del Estado. Según otras noticias, tampoco -onfirmadas, algunos morteros y una docena de cargas fueron recientemente robadas de una fábrica en la provincia de Sigiu. filial de la fábrica de camiones Steagul Rusu de Brasov, cuna de los incidentes del 15 de noviembre, aparecieron hace unos días pintadas en los muros de la sede del partido contra Ceaucescu.

El presidente de Rumanía parece, sin embargo, estar tomando medidas para aplacar a la población. Si ayer habló de "circunstancias complejas" y de la necesidad de reducir el consumo de materiales y de productos energéticos, también insistió en que hay que asegurar el abastecimiento de todos.

Así, anunció que en 1988 se sacrificarán, para el consumo interno, un millón de bovinos, es decir, 300.000 más que el año pasado. Aseguró que cada habitante podrá contar con 15 kilos anuales de carne de ave y con la matanza de 7,5 millones de cerdos, a lo que hay que sumar, según Ceaucescu, otros cinco millones de estos animales y ocho millones más de cabezas de ovino, sacrificados anualmente por los propios agricultores. También señaló que el año que viene hay que aplicar justamente el reparto de estos alimentos, para distribuirlos según la población de cada departamento.

"El aumento es muy poco", comentaron algunos de los extranjeros presentes. Rumanía tiene 23 millones de habitantes, pero los aplausos, en este caso a Ceaucescu, muestran sin duda que hay efectivamente penuria alimenticia en Rumanía.

Un año clave

Ceaucescu se mostró convencido de que en Rumanía los principios socialistas triunfarán plenamente hacia el año 2000, y su intervención concluyó con los presentes deseándole muchos años más de vida. Pero Ceaucescu también avisó de que 1988 es un año clave para el cumplimiento del actual plan quinquenal (1986-1990). "Hay que cumplir el plan para 1988 desde el primer día para salvar el plan quinquenal".

Como un aviso, también afirmó que, aunque Rumanía ha reducido sus gastos de defensa, "nuestro Ejército está preparado y dotado para que pueda cumplir su papel de defensa de la patria y del socialismo".

Como el lunes, la intervención de Ceaucescu fue rítmicamente interrumpida con aplausos, vítores y lemas coreados. Durante estas interrupciones, el presidente y secretario general, de 69 años, parecía recuperar el aliento perdido mientras se secaba el sudor con un pañuelo; las cámaras de la televisión rumana no le enfocaban en ese momento.

Antes de tomar la palabra Ceaucescu, uno de los presentes le agradeció la anunciada paga extraordinaria en diciembre y la subida de un 10% en los salarios para 1988-1989. También se lo agradeció a la primera viceprimera ministra y esposa del presidente, Elena. Los aplausos fueron menos comedidos. Al acabar la conferencia salió primero Nicolae Ceaucescu; segundos después, su esposa, y luego, los demás.

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