La próxima liberalización del mercado de teléfonos fomentará el diseño de este objeto olvidado
Barcelona acoge una exposición de aparatos antiguos
La próxima aprobación de la ley de Ordenación de las Telecomunicaciones (LOT) supondrá el fin del control que Telefónica ejerce sobre los teléfonos. Para algunos diseñadores consultados por este diario, la nueva regulación liberaliza un mercado hasta ahora prácticamente olvidado por el diseño español. Una empresa, Alcatel, ya ha convocado un concurso de diseño de aparatos con unas exiguas condiciones técnicas que apenas imponen la distancia entre auricular y micro, (150 milímetros) y altura mínima del aparato (25 milímetros). En Barcelona se celebra una exposición de teléfonos antiguos, un homenaje a esos cachivaches poco historiados como objetos.
En la actualidad, Telefónica sólo reconoce aparatos homologados por ella y el usuario dispone del teléfono en régimen de alquiler. A pesar de que la propia Telefónica tolera el mercado privado de aparatos, hasta la aprobación de la LOT el usuario no podrá adquirir en propiedad cualquier tipo de aparato. Para André Ricard, que ha creado un interfono, el vacío en el diseño de teléfonos en España se debe a la existencia del citado monopolio y a que "el usuario ha considerado al teléfono como un instrumento funcional inevitable pero no como objeto en sí mismo".
Soluciones técnicas
Para Ricard, por ejemplo, se abandonó sin explicación el teléfono de pared -"que ahora regresa al mercado"- y hábitos impuestos por otros artilugios domésticos (como el ordenador de bolsillo) han consolidado el teclado rectangular en el teléfono porque su manipulación se acerca a la de la pequeña calculadora y es más rápido en la transmisión de la orden."La propia experiencia ha introducido mejoras como, otro caso, el cable en espiral, porque el cable liso ya se retorcía por sí mismo", comenta el diseñador.
El teléfono, con todo, ha tenido un valor simbólico y en las comedias españolas de teléfono blanco era un indicativo de status importado miméticamente del cine americano porque en los años cincuenta, en España, apenas se encontraban tales aparatos. A los ya habituales vendedores de teléfonos, las tiendas de electrodomésticos, se han sumado los bazares y, precisamente por su nueva vertiente estética, las tiendas de objetos de decoración. Sobrinos de R. Prado, S.L. es una de las casas barcelonesas veteranas en la venta de teléfonos. "Se compran grandes cantidades de teléfonos, pero no saben qué tienen entre manos", manifiesta uno de los responsables de la tienda. "Esto no tardará en ir de baja".
A las empresas españolas Citesa y Ceasa se han sumado las enormes partidas de teléfonos provenientes de Japón, Taiwan y Corea, especialistas en diseño de fantasía sobre materiales mucho más baratos.
Modelos
Sobre la polémica, por fin resuelta, de la venta de teléfonos y la negativa de la compañía telefónica a instalar aparatos ajenos a su control, son claros: "Nunca nos prohibieron ni a nosotros ni a nadie la venta de teléfonos, lo que ocurría es que podían perfectamente negarse a instalarlos, comentan en la citada tienda. Desde el teléfono en forma de tomate o gusano, plátano o manzana (por unas 6.000 pesetas), y el genéricamente llamado "de época" (36.000 pesetas), hasta el ideal para ejecutivos, provisto de memoria, altavoz, reloj y calculadora -en plástico o materiales nobles-, la oferta se diversifica según gustos, funciones, pretensiones, modas o intenciones- del cliente. El novelista David Leavitt ya ironiza en uno de sus cuentos de Baile en familia sobre la imparable expansión del teléfono sin hilos.Definitivamente, el teléfono ha dejado de ser un objeto insignificante. En Europa ya existen teléfonos firmados por diseñadores y la oferta va desde la ostentación de volúmenes a aparatos discretísimos que buscan el mínimo grosor posible como si siguiera negándose el teléfono a ser objeto, además de útil, comunicativo.
Los fetiches del coleccionista
En estos tiempos en que se colecciona absolutamente todo no es de extrañar que a alguien se le haya ocurrido guardar algo tan próximo y a menudo inadvertido como los teléfonos. Ahora esta singular colección de 44 aparatos se ha exhibido en la I Muestra del Teléfono Contemporáneo. El decorado, el Celler del Torrent, de la calle del Torrent de l'Olla, un antiguo almacén de vinos y espumosos, que ahora, además de conservar el almacén, se ha convertido en champañería y restaurante nocturno.El propietario de la colección es Miquel Marí, un vecino de Grácia de 27 años, empleado de Telefónica, aunque, como él mismo afirma "esto no ha influido en esta afición, pero me ha servido para poder arreglar yo mismo los aparatos estropeados, usando las piezas originales de cada uno; estoy en contra de modificarlos, perderían su encanto". En 1876, Alexander Graham Bell presentó el primer prototipo de teléfono en la exposición de Filadelfia. La primera comunicación telefónica en España se realizó en 1877 y unía la antigua ciudadela militar de Barcelona y el castillo de Montjuïc. En 1926 se estableció la comunicación directa entre Barcelona y Madrid. Los ejemplares más preciados de Marí, por antiguos, son tres teléfonos de la compañía sueca Ericsson de 1895, compañía con la que mantiene un estrecho contacto y que le proporciona una valiosa información gráfica. Otros ejemplares curiosos son un teléfono de la Western Union de 1905, uno de campaña de la guerra del 14, uno de los primeros automáticos instalados en España (de 1932), y otro de la República, con adhesivo de la bandera catalana incluído. También se pueden admirar ejemplares primitivos de parlífonos, timbres supletorios e interfonos.
El coleccionista reconoce la vertiente exhibicionista de todo aquel que colecciona algo. "Nos gusta enseñar nuestras cosas y que la gente te pregunte si es que está verdaderamente interesada en la materia, y es por esta razón que hemos prescindido de poner etiquetas en cada aparato, siempre estaré aquí para aclararles las dudas".
Marí no está muy interesado en los tipos de teléfonos modernos. "El teléfono no ha evolucionado, técnicamente sigue casi igual que al principio, no ha variado en sus piezas esenciales".
Babelia
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