Palizas con capucha
Tomás Linaza Euba, de 63 años, padre de un presunto activista de ETA Militar, fue detenido por agentes de la Guardia Civil de paisano el 14 de, mayo de 1981 en su domicilio de Lemona (Vizcaya). En este municipio habían sido asesinados el mismo día, en un atentado terrorista, dos miembros del instituto armado. Durante ocho días, según su testimonio, fue apaleado en varias ocasiones y obligado a permanecer encapuchado en ciertos momentos para que no pudiera ver a sus interrogadores.En un automóvil sin distintivos exteriores fue trasladado al acuartelamiento de la 512 Comandancia, en Bilbao, conocido como La Salve. Ocho días después quedó en libertad sin cargos por orden de la Audiencia Nacional. Ante el juez denunció haber sufrido torturas. Un médico forense le reconoció y firmó un parte donde hacía constar diversas lesiones.
Linaza relató en detalle, al regresar a su domicilio, los supuestos malos tratos de que había sido objeto. Nada más llegar a la comandancia recibió una paliza, mientras era obligado a gritar "viva España" y "viva la Guardia Civil". Tuvo que permanecer siempre de pie en una celda bajo vigilancia y sufrió amenazas con armas y vejaciones.
La paliza más fuerte le fue propinada por varios agentes que no participaban en los interrogatorios y que penetraron en la celda al regreso de un funeral por sus dos compañeros asesinados. Según afirma Linaza, los interrogadores pretendían arrancarle una declaración autoinculpatoria como colaborador de ETA Militar y conocedor de escondites con armas de la organización terrorista.
Trasladado a Madrid
Linaza fue trasladado días después a Madrid en compañía del sacerdote Juan José Camarero Núñez, provincial de los frailes sacramentinos, que había sido detenido en Villaro (Vizcaya). Ambos viajaron encapuchados. Aunque Linaza afirma desconocer el lugar donde fue recluido, sospecha que se trata, de la dirección general del instituto armado. Allí, siempre según su declaración, lo suspendieron en varias ocasiones de una barra para golpearle con porras de goma. Durante todos los interrogatorios fue obligado a ponerse una capucha. En los últimos días de la detención le aplicaron pomadas cicatrizantes sobre los hematomas.
El padre Camarero afirmó también haber sido golpeado en La Salve y declaró que Linaza había sido torturado en Madrid. El sacerdote, después de consultar con el obispo de la diócesis, no presentó denuncia judicial. La detención se relacionó en aquel momento con el hallazgo a pocos metros de un colegio de los sacramentinos, en Madrid, de la motocicleta empleada por los terroristas que asesinaron al teniente general Valenzuela.
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