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Crítica:EXPOSICIONES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Recovecos de Fernando Botero

Un nuevo espacio de exposiciones se incorpora al panorama madrileño. Se trata de la galería Levy, entidad que tiene a sus espaldas, a través de su sede en Hamburgo (República Federal de Alemania), una prolongada y sólida trayectoria profesional. Para su presentación en Madrid, la galería nos ofrece una exposición del pintor y escultor colombiano Fernando Botero, uno de los más prestigiosos artistas latinoamericanos contemporáneos. La obra de Botero es, finalmente, bien conocida por el público madrileño, a través de la amplia muestra retrospectiva presentada, la pasada temporada, en el Centro de Arte Reina Sofía. Esta nueva exposición nos brinda la oportunidad de un reencuentro, así como el acercamiento a otros matices particulares de su obra.La selección presentada por la galería Levy se centra básicamente en un conjunto de acuarelas y dibujos del artista colombiano, obras fechadas entre 1971 y 1981. La muestra incluye un bronce de gran formato, una impresionante figura titulada Le matin, que nos acerca a esa faceta más misteriosa del Botero escultor, que, personalmente, es también la que me atrae de un modo más directo.

Fernando Botero

Galería Levy. López de Hoyos, 38. Madrid. Hasta el 4 de diciembre. Acuarelas y dibujos, desde 650.000 a 2.700.000 pesetas.

Ternura sensual

Por su parte, la obra sobre papel forma un conjunto de indudable calidad, con piezas de gran interés y que, en muchos casos, se alejan de los puntos más tópicos del lenguaje de Botero. Su universo más característico, el de esos personajes de equívoco sabor ingenuista y voluminosas formas, cuenta aquí con buenos ejemplos que traducen ese cruce entre sensual ternura y ácida ironía que los identifica; algún caso, como el dibujo del cardenal dormido en la cuna, resulta memorable.Pero hay también aquí, como apuntábamos, otras aristas del lenguaje de Botero. Tenemos así un importante conjunto de bodegones, que contienen guiños a la memoria de las vanguardias, y en alguno de los cuales la línea del dibujo parece evocar un pulso picassiano. Mas, tal vez, yo destacaría de un modo particular esas impactantes acuarelas en las que Botero nos presenta las cabezas decapitadas de un cerdo y un cordero, y en las que su humor se desliza hacia un terreno más escalofriante, como abriendo la puerta abismal de esa carne que en otros puntos de su obra se presenta bajo la apariencia de una amable e irónica plenitud.

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