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Managua condiciona el diálogo con la 'contra" a que sea fuera de Nicaragua y que permita negociar con EE UU

Antonio Caño

El diálogo indirecto que el Gobierno sandinista entablará en los próximos días con la contra deberá realizarse fuera de Nicaragua (probablemente en Estados Unidos), estará limitado a la concertación de un alto el fuego y debería conducir al inicio de conversaciones bilaterales entre Washington y Managua. Estas precisiones fueron hechas en la noche del sábado por el vicepresidente nicaragüense, Sergio Ramírez.

ENVIADO ESPECIALEl vicepresidente Ramírez se reunió el sábado con el senador demócrata Christopher Dodd, presidente de la Comisión de Asuntos del Hemisferio Sur del Senado norteamericano, quien le manifestó que es "muy probable" que después de la decisión nicaragüense de dialogar con la contra, utilizando al cardenal Miguel Obando y Bravo como mediador, el Gobierno de Estados Unidos deje de solicitar ayuda para los rebeldes.Dodd y el grupo de senadores que le acompaña en una gira por los cinco países centroamericanos, presentaron a Ramírez una serie de sugerencias sobre las características del diálogo con la contra que, sin embargo, el vicepresidente nicaragüense rechazó. Ramírez dijo que el Gobierno se negará a que los dirigentes de Resistencia Nicaragüense (la coalición de fuerzas antisandinistas) vengan a Managua para esas negociaciones, y explicó que lo más lógico es que el cardenal Obando se desplace a Estados Unidos, "puesto que es allí donde viven [los dirigentes]".

El cardenal Obando pidió ayer flexibilidad al Gobierno sandinista en las negociaciones con la contra.

Diálogo con EE UU

Tampoco accedió Sergio Ramírez, según dijeron los senadores de EE UU, a que este diálogo permita en el futuro reuniones cara a cara entre dirigentes sandinistas y los líderes de la contra. Más bien, según Ramirez, deberían conducir a que la Administración norteamericana acepte la negociación entre Washington y Managua.Por primera vez en muchos meses, la flexibilidad mostrada por los sandinistas y la relativamente buena acogida que sus propuestas han tenido en Washington han permitido vislumbrar la posibilidad de que esa negociación se lleve a cabo. La primera oportunidad será el inminente viaje de Daniel Ortega a la capital norteamericana para intervenir el próximo miércoles ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Ramírez comentó que, "hasta el momento", no hay prevista ninguna entrevista de Ortega con funcionarios de la Administración, pero esta negativa no ha sido suficiente para desvanecer las expectativas.

Además de su oposición a la fórmula de diálogo indirecto, la Casa Blanca desaprueba la decisión anunciada por Ortega el jueves de condicionar la amnistía y el levantamiento del estado de emergencia a que la comisión internacional de verificación del acuerdo Esquipulas 2 confirme el cese de la ayuda para la contra. Ramírez garantizó el sábado que su Gobierno aceptará el fallo de la comisión <.,cualquiera que sea éste".

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En este caso se está produciendo una polémica interpretación del concepto de simultaneidad recogido en el texto de los acuerdos Esquipulas 2. Por un lado, los sandinistas tienen razón en que el plan de paz firmado el 7 de agosto en Guatemala exige la entrada en vigor de forma simultánea de todos los compromisos, es decir, la amnistía, el alto el fuego y el fin del apoyo de terceros países a fuerzas insurreccionales centroamericanas.

Pero también puede ser correcta la interpretación de que los acuerdos deben ser cumplidos por todos los países al mismo tiempo, y que Nicaragua, al posponer la entrada en vigor de la amnistía, no lo está haciendo así. El texto del acuerdo dice: "A los 90 días a partir de la fecha de la firma de este documento entrarán a regir simultáneamente en forma pública los compromisos relacionados con amnistía, cese del fuego, democratización, cese de la ayuda a las fuerzas irregulares o a los movimientos insurreccionales y no uso del territorio para agredir a otros Estados".

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