La grandeza de lo minúsculo
"Creo que hoy día el cine se inspira demasiado en sí mismo y muy poco en la vida". Son palabras de Eric Rohmer, palabras que describen una situación a la que él se enfrenta con sus películas, excepcionales precisamente por el interés que muestran por el presente y por su capacidad para captar los signos de la época, para estar en sintonía con su tiempo.En L'ami de mon amie, sexto título de la serie Comedias y proverbios, se parte de esa máxima que reza "los amigos de mis amigos son mis amigos". Y la ficción ilustra literalmente ese aserto, pero al mismo tiempo ironiza sobre él.
Los protagonistas, los cinco protagonistas, juegan a las cuatro esquinas, con la única diferencia de que no se trata tanto de jugarse un espacio físico como un espacio sentimental ganarse un compañero. Para darle forma cinematográfica ese entrecruzamiento de amo res y amistades, Rohmer parte del vodevil y lo libera, modernizándolo.
L' ami de mon amie
Director y guionista: Eric Rohmer. Intérpretes: Emmanuelle Chaulet, Sophie Renoir, Anne-Laure Meury, Enric Viellard y François-Eric Gendron. Fotografía: Bernard Lutic. Sonido: Georges Prat. Música: Jean-Louis Valero. Francesa, 1987. Estreno en cine Alphaville 1.
Una película de Rohmer se parece a otra película de Rohmer como dos gotas de agua entre sí. A simple vista se dirían idénticas, pero entre ésta y Le rayon vert y Pauline à la plage lo único que hay en común es el ya citado interés por la vida contemporánea y la exactitud e inteligencia del tono. Personalmente, uno puede preferir una u otra de las películas -yo situaría L'ami de mon amie por encima de Le rayon vert, pero por debajo de Pauline à la plage-, aunque el proyecto, la normativa rohmeriana, es tan minucioso y exacto que parece injusto aislar un filme.
En los Cuentos morales, el punto de vista del director quedaba explícito, pero en las Comedias y proverbios son los propios personajes quienes parecen cuidarse de la puesta en escena, limitándose el director a una estricta presencia exterior. La ironía, la distancia entre el creador y sus criaturas es, al mismo tiempo, enorme e inexistente. Enorme porque Rohiner lo contempla todo desde fuera, e inexistente porque tanta objetividad en la puesta en escena, hace que las palabras de los personajes y las del director se confundan.
¿Puede cansar la inteligencia, puede uno hartarse de la perfección? Sin duda, pero es injusto. La película anual de Rohmer es una de esas satisfacciones que, por previsibles, corremos el riesgo de no valorar. Existe una mítica del riesgo que convierte el trabajo artístico en espectáculo circense, basado en la sorpresa. Rohiner arriesga en otra dirección, la de implicarse en las historias hasta confundirse con ellas.
Babelia
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