La nueva China, ante el desafío tecnológico
La República Popular necesitará un siglo para competir con los países industrializados
China padece una estructura económica tan fosilizada que habrá de transcurrir un siglo antes de que esté en condiciones de competir con los países industrializados. El Partido Comunista Chino (PCCh), que estos días celebra en Pekín su XIII Congreso, ha incorporado a sus filas a las fuerzas productivas y las ha colocado en la vanguardia de su quehacer reformista, en los antípodas de la lucha de clases. El secretario general del partido y aún primer ministro, Zhao Ziyang, sabe que el desafío se llama revolución tecnológica, y que si China no espabila "quedará aún más a la zaga y perderá el lugar que le corresponde en el mundo".
La vía china hacia el socialismo se encuentra, según el partido, en su primera etapa. Pero, dado que la República Popular se ha saltado el escalón capitalista, "será una etapa muy prolongada durante la que se ha de materializar la industrialización, mercantilización, socialización y modernización de la producción alcanzadas por muchos otros países bajo condiciones capitalistas".China pretende desarrollar "una economía mercantil socialista, basada en la propiedad social de los medios de producción, utilizando la planificación y el mercado como mecanismos regulares, y no ve ningún tufo capitalista en su propósito. Algunas de las medidas ya en funcionamiento, tales como los mercados du,- medios de producción, de finanzas, de tecnologías y de servicios, laborales, así como la emisión de bonos y acciones, "no son nada inherente al capitalismo", afirmó Zhao en su informe a los 1.936 delegados, de entre los cuales surgirá la nueva cúpula directiva del partido y el país.
El marxismo es, ante todo, un movimiento. "Muchos de los procedimientos del pasado", tales como los planes de obligado cumplimiento, la compra y venta centralizadas y la distribución gratuita, por no hablar de los subsidios, "no son algo inmutable o imprescindible para el sistema socialista", explicó repetidamente Zhao, hoy por hoy el único alter ego del inventor de la gaige (reforma) china, Deng Xiaoping.
El pragmatismo se ha convertido en ley de vida del socialismo con características chinas que Deng pretende legar a sus . "El que una cosa sea o no favorable al desarrollo de las fuerzas productivas debe ser nuestro punto de partida", afirmó Zhao, quien a sus 69 años empieza a heredar en vida a Deng, de 83.
La política de distribución
"A cada uno según su trabajo" es el alma esgrimido contra el arraigado totalitarismo de la sociedad china, "Nuestra política de distribución debe contribuir al enriquecimiento, antes que los demás, de aquellas empresas que sepan manejar bien sus negocios y de equellos individuos que trabajen con honradez, aumentando de modo racional las diferencias de ingresos", explica Zhao. Lo único que el Estado intentará evitar, es que "haya una excesiva disparidad entre pobres y ricos, persistiendo en el rumbo de prosperidad común". "Hay que implantar enérgicamente el sistema de salario a destajo y por cuotas fijas de rendimiento cumplidas". Se acabó la propiedad privada del puesto de trabajo.El secretario general del PCCh cree, junto con Deng, que China será capaz de duplicar su producto nacional bruto per cápita de aquí a finales de siglo, siempre y cuando consiga superar "el atraso de los diseños, la obsolescencia de los equipos, la tosquedad de la tecnología y la flojedad del trabajo de gestión". Por no hablar del "bajo nivel de los productos, su pobre calidad y consumo excesivo de recursos en la producción". Ambos creen que China podrá alcanzar a los países industrializados el año 2050.
Todo consiste, dice, en apretar el paso creando un mecanismo que vincule la ciencia y la tecnología de la economía. El Consejo de Estado elaborará, a instancias del partido, un programa para el desarrollo científico y tecnológico a mediano y largo plazo. Los miembros de la maldita novena categoría en la escala social de Mao verán revalorizada su función. "Se debe crear un ambiente social de respeto al saber y de estima a las personas de valía, seguir mejorando las condiciones de trabajo y de vida de los intelectuales".
El andamiaje sobre el que China pretende estructurar una nueva economía mercantil planificada tiene seis pilares: 1. Agilizar las empresas de propiedad de todo el pueblo (ya no se habla de empresas estatales) conforme al principio de separar el derecho de propiedad del derecho de gestión. 2. Promover un mayor desarrollo de la asociación económica horizontal. 3. Acelerar el establecimiento y el fomento de un sistema de mercado socialista. 4. Perfeccionar gradualmente el sistema de regulación macroeconómica poniendo énfasis en la administración indirecta, si bien "el Estado debe seguir manteniendo su control directo sobre un exiguo número de obras prioritarias de construcción y empresas especiales, así como sobre productos importantes y de oferta insuficiente. 5. Seguir desarrollando la economía con múltiples tipos de propiedad de los medios de producción (incluida la privada), sin perjuicio del predominio de la propiedad social. 6. Diversificar las formas de distribución con predominio de la distribución según el trabajo, sin hacer ascos a los intereses de los poseedores de bonos empresariales, dividendos de los accionistas de sociedades anónimas, compensaciones por riesgo de los gestores y utilidades de los empresarios privados.
La vía china al socialismo se empeña cada día más en acabar con el principio izquierdista de que la riqueza es perniciosa y los ricos son enemigos del pueblo.
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