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Tribuna
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Los malditos precios

Los precios, las finanzas, los impuestos, los créditos y la orientación de un consumo en el que la demanda sigue excediendo a la oferta son varias de las palancas de la reforma económica china. Los precios son la verdadera bestia negra para un régimen que llegó al poder aupado en una inflación desbocada y entre cuyos méritos originales se encuentra, precisamente, su control.La prudencia es aún la madre de la reforma económica emprendida en octubre de 1984. A mediados del pasado mes de agosto el Gobierno tuvo que dar marcha atrás en su intento de liberalizar abiertamente los precios. La inflación urbana oficial ronda el 9%, y las autoridades no tienen aún muy claro cómo puede responder una población acostumbrada a comer de una olla común.

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"Son imprescindibles medidas enérgicas para intensificar el control de: la tendencia hacia alzas excesivas de precios observadas en lo que va de afirmó", afirmó Zhao Ziyang en su informe al XIII Congreso del PCCh. Según suban los salarios, el Estado irá soltando las riendas de los precios.

Los precios son, precisamente, la llave que ha de abrir de par en par la puerta a las fuerzas productivas.

China está inmersa aún en el vicio de utilizar medios administrativos para engrasar los mecanismos económicos y, aunque, a son muchos los productos que se rigen según la ley de la oferta y la demanda, y otros muchos los que viven a caballo entre el precio oficial y el de la calle, aún son demasiados los productos que cotizan a la baja, según los dictados de Pekín, entre ellos, el carbón, muchos cereales y múltiples productos del campo.

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