Gulda, entre Mozart y Corea
Volvió Gulda a Madrid como uno de los grandes números del Festival de Otoño. Encarnó, una vez más, toda su estética y su ética. Es decir, la de romper con el divismo tradicional en todos los aspectos, a partir del vestido y hasta el informalismo del programa, elegido en el momento, aparentemente al azar. Esto lo hacía ya, a comienzos. de su carrera en España, Arturo Rubinstein aun cuando no se internase por el mundo del jazz y sus alrededores.La inspiración se detuvo esta vez en Mozart, lo que es de agradecer tanto por el compositor mismo cuanto por las versiones de Gulda, siempre refinadísimo de sonido y estilo.
De Mozart a Schubert se llega, como en la historia, con toda naturalidad. Si el Impromptu en La bemol no tuvo la perfección del GuIda anterior a los años sesenta, en cuanto hizo sobre El caminante brilló no sólo lo mejor, sino lo más característico y permanente del gran pianista vienés.
Recital de Friedrich Gulda
Festival de Otoño. Programa no anunciado. Obras de Mozart, Chopin, Debussy, Corca y Schubert. Teatro Real, 24 de octubre.
Preludios
Cuatro preludios debussyanos -entre ellos los hispanizantes Puerta del vino y Serenata interrumpida-, una bastante deble pero excelentemente tocada suite de Corea, Chopin, y de nuevo Mozart para concluir, fueron motivo de largos aplausos, si bien no se produjo el entusiasmo ele otras veces hasta la hora de arrancar al concertista las propinas.O sea, que aun en un programa improvisado, el público reclama el derecho a sus preferencias, no siempre atendidas, pues al parecer GuIda no entendió lo que la mayoría le solicitaba: Juan Sebastián Bach.
Total: un buen éxito del Gulda informal o, paria ser más exactos, cumplidor de otras formalidades pero siempre artista y siempre vivo.
Babelia
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