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Bardem: "Lorca no era el poeta lírico desmelenado que pretendió el franquismo"

Andrés Fernández Rubio

Juan Antonio Bardem, de 65 años, ingeniero agrónomo recién jubilado y director de cine, ha recreado la vida y muerte de Federico García Lorca en una serie televisiva titulada Lorca, muerte de un poeta. Sus seis capítulos se estrenan en estos días en la Semana de Cine de Valladolid. El último de ellos, titulado La muerte, se presentará el miércoles como largometraje. Bardem ha querido mostrar el perfil de un Lorca ciclotímico, arrollador y depresivo por momentos, y comprometido políticamente, en contra de la imagen frívola "de poeta lírico desmelenado" que, en su opinión, quiso crear el franquismo. Televisión Española emitirá la serie a partir del 28 de noviembre por la primera cadena.La militancia del director de Calle mayor, comunista desde 1943, no ha determinado su labor como cineasta en esta serie, según dice, y en los capítulos ha seguido un camino objetivo, en tres direcciones: "las circunstancias, mediante imágenes documentales", señala, "la peripecia cronológica y luego la invención creadora para, guiándonos por los datos recabados por Ian Gibson, reproducir diálogos como los de la Residencia de Estudiantes o los de cuando está condenado a muerte".

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El conocimiento de Bardem sobre la obra de Lorca viene de antiguo; de hecho, él dirigió el estreno comercial en España de La casa de Bernarda Alba, en 1964. Aparte, está su admiración por el grupo de intelectuales que se movía en el Madrid de la preguerra. El director dice haber gozado realmente al recrear los tiempos de la Residencia y al caracterizar a aquella generación. Más perteneciendo a la posterior, la que tenía 17 años cuando terminó la guerra y que al abrir los ojos se encontró "un país desolado, la asfixia cultural franquista, como cuando se levanta un telón y aparece el escenario humeante de las ruinas".

Datos inéditos

Los capítulos de la serie llevan los siguientes títulos: Impresiones y paisajes (1903-1918), La Residencia (1918-1923), El amor oscuro (1925-1928), El llanto (1929-1935), Una guerra civil (1935-1939) y La muerte (1936). Bardem ha contado con datos inéditos provenientes de la segunda parte de la biografía de Gibson, todavía sin publicar, que narra la madurez del artista."La vida amorosa de Lorca está tratada a fondo", dice Bardem, "y hay una escena clave: una conversación con Cipriano Rivas Cheriff, cuñado de Azaña y director de escena de Margarita Xirgu. Lorca no aparece en un ensayo de la actriz y ésta envía a Rivas a buscarlo. Lo encuentra en la madrugada, deprimido porque su amigo Rafael Rodríguez se ha ido con una gitana. Entonces conversa sobre el sexo, confiesa su homosexualidad y se adscribe a una idea de normalidad basada en la libertad total".

La escena siguiente recoge a Lorca deteniéndose ante una estatua de Walt Whitman. Es una licencia poética en muchos sentidos, principalmente porque dicha estatua, situada en Nueva Jersey, no existía cuando el poeta viajó a Estados Unidos. Bardem se lamenta de haber tenido que prescindir de muchas cosas, algunas incluso rodadas: así, cuando Manuel de Falla acude a las autoridades a interceder por un Lorca ya condenado y falta poco para que, por error, lo suban a un camión y le den el último paseo.

Una de las frases claves de la serie la pronunció García Lorca en una entrevista de junio de 1936, según el director. Dice así: "A mí lo que me importa es vivir". Poco después lo asesinaron. Bardem dice haber revivido en imágenes la represión franquista en toda su magnitud; en medio aparece la parte amable y la oscura del personaje, y el cineasta se muestra encantado con su elección del actor británico Nickolas Grace como protagonista. "Gracias a él se transmite esa capacidad que define los momentos altos de Lorca, que podía ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y el muerto en el entierro, todo gracias a su encanto, en el más verdadero sentido de la palabra".

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