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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Madrileños

En el teatro Real, Halffter dirigió el programa inaugural de los ciclos musicales incluidos en el Festival de Otoño.No he visto subrayado en el programa un aspecto interesante e infrecuente del concierto inaugural: su madrileñismo. Tocaba la heredera directa de la Sinfónica de Madrid del estupendo madrileño Fernández Arbós. Dirigía el madrileño Cristóbal Halffter y se estrenaban en la capital dos obras de autores madrileños actuales: el propio Halffter y Tomás Marco. A ello se unía la Fantasía, dedicada a Andrés Segovia, por Joaquín Rodrigo, supermadrileño de honor gracias a su Concierto de Aranjuez. Tocó con buen sonido y carencia de retórica el venezolano Alirio Díaz, uno de lis continuadores de Segovia, los parvos materiales de Sanz, transfigurados y felizmente aliñados por Rodrigo.

Festival de Otoño

Orquesta Sinfónica de Madrid (teatro de la Zarzuela). Director: Cristóbal Halffter; solistas:Christian Florea, violonchelo, y Roland Hermann, barítono. Obras de Halffter, Marco y Rodrigo. Teatro Real, Madrid, 3 de octubre.

El rumano Christian Florea (Madia, 1955) lució sus facultades en la parte solista del Concierto de Tomás Marco (estrenado por Claret y Ros Marbá en Barcelona en 1977). Desde el violonchelo y el conjunto sinfónico aparece el homenaje oculto a Manuel de Falla y el explícito a Pablo Casals con El cant dels Ocells, tema popalar del que el violonchelista catalán hizo casi una bandera.

El recuerdo de la orquesta berlinesa -espléndida y detallista- no era el mejor para comparar con cualquier otra formación de distinto nivel. Sobre los excelentes Tres poemas de la lírica española, hay que decir que la Sinfónica titular de la Zarzuela defendió la obra, a las órdenes de Halffter, con flexibilidad, comprensión y belleza, en unión del mismo barítono del estreno. Si el triunfo fue grande, Halffter lo multilplicó al ofrecer, como homenaje a la orquesta, su estupendo Tiento y batalla imperial, recreación orquestal de los originales organísticos, animada por el batir de una familia de tambores que, sobre adecuados, evocan a los tamborileros de Basilea, ya que la obra está dedicada a Paul Sacher.

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