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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los músculos terrestres

Depredador

Director: John McTiernan.

Intérpretes: Amold Schwarzenegger, Carl Weathers, Elpidia Carrillo. Guión: Jim

lloinas, John Thornas. Estadounidense, 1987. Estreno en Madrid en cines

Aluche, Benlliure, Cartago, Juan de

Austria, Novedades 1 y Palacio de la Música 1.

El festival Schwarzenegger está servido. Sin mácula. También sin exquisiteces, pues nadie con el mínimo conocimiento de causa pedirá jamás de las películas del actor mayores goces que los puramente somáticos, los que nacen a flor de músculo. Entre Conan y Conan puede deslizarse algún comic futurista de grato recuerdo, como Terminator, pero lo suyo es Commando. Como la de Stallone, su iconograrra de mayor impacto será cuantos más fusiles de asalto sea capaz de llevar encima en una sola toma.

Depredador, tras unas breves imágenes de inicio donde se nos muestra la caída a la Tierra de una cápsula extraterrestre, arranca metiendo a un intrépido grupo de rescate en una jungla latinoamericana muy espesa. Una fugaz incursión sobre una población nativa, a manera de exhibición, y el camino de regreso. Pero la amenaza alienígena empieza a sembrar su terror en ese casi homérico regreso a casa (la casa de esa gente es el helicóptero). El alien, en borrosas y muy inquietantes apariciones tarzanescas, va merendándose uno a uno a cada miembro del equipo, dejando, como era de esperar, a Schwarzenegger como único superviviente, quien librará con él (o con ella, o con ello) la batalla final.

John McTiernan (director de quien desconocemos su primera película, Nomads) ha sabido mantener con buen pulso la tensión creada en continuo crescendo. El público recibe con agrado y sumo gusto una angustia en realidad muy primaria.

Depredador es, en este sentido, un excelente exponente de los fuegos artificiales que hoy impone una industria cada día más preocupada, parece ser, en vaciar sus productos de cualquier asomo de sentido. Parafernalias de lujo y de degustación ínmediata. Brillantes destellos de luz sobrenatural y virtuosismo de laboratorio.

Con este explosivo vacuo, sin embargo, seguimos comprobando que las películas de Schwarzenegger son notoriamente más transitables que las de su competencia Stallone, atestadas (apestadas) de Cobras, Rambos, Rockys y otras criaturas crucificables.

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