Concertación social y pensiones
Considero un despropósito administrativo la limitación de sueldos de los pensionistas, decapitándolos a cercén sin siquiera escalonamientos categorizadores. Concúlcanse así derechos adquiridos irregresibles y se escamotea la actualización de las pensiones, establecida por ley, en la misma porcentualización que el sueldo de los trabajadores y funcionarios en activo.Apoyo estas aseveraciones en el sentido común, orillando tecnicismos jurídicos, que supongo aportarían -increíblemente sin éxito- el Tribunal Central del Trabajo y las magistraturas de Madrid y Sevilla en sendos y fallidos recursos de inconstitucionalidad.
Una vez más, con aviesas argucias de presunta solidaridad, se margina vejatoriamente a los inservibles viejos, nuevos ilotas de la democracia.
Sorprende que un Gobierno que alardea de modernidad y progresismo, y ahora también de una economía estatal sana y estable, arbitre para solucionar problemas más bien mezquinos paradójicas fórmulas como ésta de tratar la anemia de los pensionistas preagónicos con glóbulos rojos de los presuntos privilegiados del gremio (SIDA negativo previo, me imagino).
Ahora se habla de que el PSOE (partido, en el poder) se propone recuperar para su futuro proyecto socioeconómico un edénico estado de bienestar, al parecer traspapelado.
Mientras este desiderátum llega, nos conformamos con que el quinteto o sexteto encargado de elaborar la nueva concertación social acierte a orquestar con inspiración mozartiana una auténtica sinfonía concertante y no un engendro musical abstracto y disonante, caldo de cultivo de huelgas y conflictividad.
No es admisible al respecto ese cicatero techo salarial con tres años ya de vigencia que anquilosa nuestro poder adquisitivo, sujeto además a descuentos, retenciones y a ese inexorable impuesto sobre la renta de las personas físicas. Como tampoco es de recibo otro nivel mínimo de las pensiones que el del sueldo base interprofesional.
Ítem más. Todo presupuesto que no resuelva esta injusta situación del pensionado debe ser recusado por la conciencia solidaría de los ciudadanos. De otra forma, los ilotas de la democracia continuarán inmanumitidos.-
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