La Biblioteca Nacional no logra cumplir por completo sus planes de reconversión
La dirección de la Biblioteca Nacional no ha logrado poner en práctica al ciento por ciento su proyecto de dedicar el centro a la investigación. De momento ha debido ceder en parte a la presión de la opinión pública, de forma que la biblioteca cumple aún parcialmente funciones de sala de lectura y biblioteca universitaria forzada a ello por la insuficiencia en estas instalaciones de las universidades madrileñas y el retraso en la apertura de otras bibliotecas públicas ya anunciadas.
El director de la Biblioteca Nacional, Juan Pablo Fusi, llegó a un acuerdo con una representación de los estudiantes usuarios de la Biblioteca, el pasado 30 de junio, para aceptar la renovación de las tarjetas de lector hasta el 1 de enero de 1988, momento a partir del cual sólo valdrá una tarjeta de usuario. Para obtener ésta, será necesario tener un proyecto de investigación, presentar una memoria, y ser mayor de 21 años.El compromiso de Fusi con los estudiantes se produjo tras las protestas de éstos ante la inminencia de restricciones para seguir utilizando la Biblioteca como un centro de lectura o estudio. El equipo dirigido por Fusi se había propuesto poner fin a esta función por estimar que una Biblioteca Nacional ha de ser utilizada sobre todo por los investigadores.
Tras el acuerdo, la dirección de la Biblioteca temió una avalancha de solicitudes de tarjetas de investigador, que son las que, en este período transitorio, dan acceso a buena parte de los fondos y gozan de ciertas facilidades. Se han producido muchas solicitudes, según fuentes de la dirección del centro, aunque no una avalancha.
Presentación
Para la concesión de las tarjetas, se ha aplicado estrictamente el reglamento: pueden obtener esta tarjeta los estudiantes universitarios de segundo ciclo, mayores de 21 años, avalados por una carta de alguien competente y mediante la presentación de una memoria de su proyecto de investigación no inferior a tres folios. De la carta de presentación están exentos maestros, bibliotecarios, estudiantes de doctorado y otros.Innovación de este verano ha sido el pase temporal, concedido a personas sin tiempo para solicitar el permiso de investigador y que sin embargo necesitan servicios más sofisticados que los concedidos por el pase del día, que se consigue mediante presentación del DNI y sólo da acceso a la sala de lectura y a los ficheros. El pase temporal se concede tras una entrevista con uno de los dos bibliotecarios de servicio en la entrada, que juzgan la validez del proyecto investigador y ahorran los trámites burocráticos; este servicio existe en otras bibliotecas similares.
Según fuentes de la biblioteca, la institución se ha visto obligada a mantener sus puertas abiertas para la lectura a causa de la presión pública de los estudiantes, apoyados por la prensa según estas fuentes, y del desconocimiento social -en un país en el que el 90% de, la población no pisa jamás una biblioteca- de la verdadera función de estas instituciones. La situación se debe a la insuficiencia de las bibliotecas universitarias, y a repetidos retrasos en la inauguración de otras bibliotecas para los estudiantes, como por ejemplo las previstas en la calle Azcona, con unas 200 plazas, u otra frente a las Cortes.
Las obras de acondicionamiento, que pretenden racionalizar el edificio y que terminarán en 1992, siguen según su calendario: está prevista la supresión del antiguo bar, considerado por muchos usuarios como un centro social, y la creación de uno nuevo, pequeño, sólo para los trabajadores.
Ha comenzado el traslado de fondos a dos naves alquiladas en Coslada, mientras se construyen silos de depósito de libros en Alcalá de Henares. La insuficiencia de trabajadores, sobre todo subalternos, ha sido paliada temporalmente mediante la contratación de personal del Instituto Nacional de Empleo.
Babelia
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