Aquino controla la situación, pese a reductos rebeldes
Las fuerzas leales a la presidenta Corazón Aquino aseguraban anoche tener la situación bajo control tras haber abortado el sangriento intento de golpe de Estado protagonizado por varias unidades militares. Algunos focos rebeldes persistían, sin embargo, en Manila y otros puntos del país, mientras que el jefe del Estado Mayor, general Fidel Ramos, principal respaldo de la presidenta, aseguraba en su último mensaje a la nación que la crisis estaba "prácticamente concluida". Aunque no se ha facilitado la cifra oficial de muertos, ésta puede oscilar en torno al medio centenar, entre ellos un periodista extranjero.
Aviones de combate, artillería y vehículos blindados fueron necesarios para reducir a los cerca de 800 oficiales y soldados rebeldes que en la madrugada de ayer habían ocupado el cuartel de Camp Aguinaldo, donde se encuentra la sede del Ministerio de Defensa. A última hora de la noche, después de varias horas de combate y bombardeos, los amotinados fueron reducidos y sólo subsistían algunos grupos de rebeldes aislados en este centro militar el principal del país.El general Ramos informó que el líder de los amotinados, el coronel Gregorio Honasan, jefe del movimiento de militares reformistas y próximo al ex ministro de Defensa Juan Ponce Enrile, había "abandonado a sus hombres, aparentemente". Las autoridades filipinas no han atribuido a Enrile, principal figura de la oposición derechista, ningún papel en esta conspiración.
Otros 200 rebeldes comenzaron anoche a rendirse en el hotel Camelot, que ocupaban desde que abandonaron la sede de un canal de televisión. En la toma del hotel por parte de las fuerzas leales murieron cuatro personas, según informó la Cruz Roja filipina. El jefe de los amotinados allí, el coronel Edgar de la Torre, declaró a una emisora que les había informado que serían trasladados al cuartel de Camp Crame, donde Fidel Ramos había montado el cuartel general de las unidades
El ministro de Defensa, Rafael lleto declaró después de la toma de Camp Aguinaldo y el hotel Camelot que ya sólo quedaban "pequeñas operaciones de limpieza" y confió en que el momento rebelde esté absolutamente liquidado hoy sábado. En el cuartel de Villamor, donde varios oficiales se habían sumado al levantamiento, la situación quedó controlada pocas horas más tarde.
En un discurso transmitido al país por la televisión catorce horas después del inicio de la intentona, la presidenta Corazón Aquino manifestó en tono enérgico: "No tengo nada que decir a estos traidores". A la presidenta le tembló, sin embargo, la voz cuando se refirió, en tagalo, a las heridas sufridas por su hijo, que se encuentra en estado grave, pero fuera de peligro, después de haber recibido un tiro en la cabeza durante el ataque rebelde contra el palacio Presidencial de Malacañang en las horas iniciales de la sublevación.
Incertidumbre en otras regiones
Se mantiene la incertidumbre sobre la situación en otras regiones de la país. En Cebú, los rebeldes se atribuyen el control de cinco cuarteles y del Gobierno provincial de la ciudad, la segunda de Filipinas, cuyo jefe de policía, el general Edgardo Abenina, se ha proclamado cabeza de los sediciosos, que controlan también cuatro canales de televisión y 10 emisoras de radio. Asimismo, los rebeldes ocupan un cuartel situado a 50 kilómetros al norte de Manila y del aeropuerto de Legazpi, en la región de Bical, al sureste de la isla de Luzón.
En la proclama que dirigieron ayer al país desde una emisora ocupada en Manila, los golpistas manifestaron que contaban con el respaldo de lo mejor de las fuerzas armadas y que su movimiento no podía ser considerado ni de izquierda ni de derecha. Según informaciones de la prensa, el coronel Honasan pidió a los militares con los que mantuvo negociaciones la misión de la presidenta Aquino.
Este intento golpista se produce en momento de cierta tranquilidad militar y cuando Corazón Aquino estaba más dedicada a defenderse de las amenazas provenientes de su izquierda.
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