Los activistas de Greenpeace fracasan en su intento de impedir la incineración de tóxicos en el mar del Norte
Los activistas del barco Sirius, de la organización ecologista internacional Greenpeace, no pudieron impedir ayer la incineración de cerca de 3.000 toneladas de residuos tóxicos a bordo del buque Vulcanus II, que se encuentra desde el domingo en la zona de incineración del mar del Norte, a 250 kilómetros al noroeste de Amsterdam. La tripulación del Vulcanus II recibió ayer con chorros de agua y música alegre a las lanchas rápidas con las que los ecologistas se acercaban al buque incinerador con la intención de impedir la operación.
El aspecto de la zona en la que se produjo la incineración era de evidente contaminación. Una vez finalizada la operación quedó como rastro una nube densa y pesada, compuesta por los gases resultantes de la incineración a 1.200 grados de los residuos. Los ecologistas consideran este tipo de práctica como contaminación en una doble vertiente: atmosférica, por tratarse de gases, y marina, por caer gran parte de los compuestos del humo al mar, dado su excesivo peso. El Vulcanus II, perteneciente a la compañía Ocean Combustion Services (OCS), es el mayor barco y el más moderno de los que existen para quemar residuos.
Violar las normas
Miembros de Greenpeace a bordo del Sirius aseguraron que el Vulcanus II había violado las normas de quema de residuos, regulada por la convención de vertidos de Londres, al permitir la salida de llamas por el borde de la chimenea. La convención de Londres, celebrada anualmente, recoge las condiciones de quema de los residuos tóxicos para conseguir la mayor seguridad posible y el mínimo de riesgo: la temperatura a la que se debe incinerar, la obligatoriedad de inspección, la duración de la quema, el tipo de barco y la ausencia de llamas por el borde de la chimenea. La incineración llevada a cabo por el Vulcanus II es imperfecta, según Greenpeace, por la evidencia de las llamaradas.[Jan Schweers, representante de la Asociación de Incineradores Marítimos, negó rotundamente que esto hubiera sucedido. "Es una tontería decir que las llamas son prueba de mala incineración", dijo, "lo que sucede es que para comenzar el proceso de encendido se usa fuel para conseguir que la temperatura del horno alcance los 1.200 grados necesarios, y sólo entonces se queman los residuos, sin que se produzca ninguna llama fuera del horno".]
Las lanchas del Sirius llevaron a cabo su primera manifestación ante el Vulcanus II en la noche del domingo. El barco ya había iniciado su incineración, por lo que, según Ed Engels, capitán del buque ecologista, abordarlo habría supuesto "poner en peligro las vidas de nuestros hombres". Los tripulantes del Vulcanus II, al menos 11, activaron en ese momento las mangueras para repeler la acción, mientras transmitían por altavoz una música alegre, que parecía acompañar la marcha de las lanchas, y un mensaje de presentación.
"Éste es el Vulcanus II, y venimos a incinerar residuos tóxicos. Nuestra acción es legal, según la convención de Londres",rezaba el mensaje, repetido varias veces. El Vulcanus II, en comunicación por radio con el Sirius, instó a este barco a que cediera en sus acciones, advirtiéndole de los efectos de los residuos si se acercaban demasíado. Ed Engels se limitó a responder: "Que tengan buen viaje". La operación nocturna se prolongó durante dos horas.
En la mañana de ayer, el capitán del Sirius convocó a todos los tripulantes a una reunión para decidir el siguiente paso. En ella acordaron definitivamente limitarse a una manifestación pacífica a bordo de las lanchas del Sirius. Ésta se llevó a cabo sin incidentes. Cuatro lanchas del Sirius se dedicaron a circular en torno al Vulcanus II, que no navegaba en ese momento, y recibieron potentes chorros de agua.
A lo largo de la demostración ambos barcos intercambiaron pitidos y mensajes por altavoz: el Sirius, solicitando el fin de la incineración de los residuos tóxicos, y el Vulcanus II, afirmando la legalidad de su práctica. Los activistas volvieron a bordo del Sirius exhaustos, y algunos, con los ojos hinchados por efecto de la presión del agua de las mangueras.
Andy Booth, coordinador de esta campaña del mar del Norte, declaró que ayer fue "un día triste para el medio ambiente de esta área". Pero que a pesar de no haber logrado interceptar al Vulcanus II, Ia lucha contra la incineración oceánica continúa". El barco incinerador, por su parte, se negó a comunicar su reacción tras el acto. Cualquier intento por parte del Sirius de entablar contacto radiofónico fue respondido con un no comment.
En el tiempo que ha durado la operación, aproximadamente 10 días, han resultado dos heridos leves: Rune Eriksen, que cayó por la borda, produciéndose heridas en la cara y en los brazos, y Ricardo Sagarminaga, de Greenpeace España, herido en los entrenamientos en una pierna, lo que le imposibilitó para participar activamente en las manifestaciones.
Con estas acciones, Greenpeace pretende influir en la próxima reunión de los países ribereños del mar del Norte para que prohíban estas prácticas.
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