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El mareo de los viajeros

La enfermedad del movimiento afecta especialmente a quienes se trasladan por mar

Cerca de un 30% de las personas que emprenden un viaje sufre de mareos durante el trayecto. Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre el origen de esta dolencia, conocida como enfermedad del movimiento. Según el profesor Reason, de la universidad de Manchester, los marcos son una consecuencia de la mala adaptación del hombre a los medios de transporte, ya que si hubiéramos sido creados para movernos de forma distinta a la de las dos dimensiones y a mayor velocidad que la de paseo, tendríamos otros sistemas de orientación y, movimiento. El también llamado mal del mar afecta especialmente a las mujeres y a los adultos jóvenes.

Más información
Remedio o enfermedad

La llamada enfermedad del movimiento se denomina realmente cinetosis y consiste en un vértigo benigno al que son potencialmente susceptibles todas las personas cuando se someten a cualquier forma de transporte pasivo. Esta dolencia es especialmente frecuente en los viajes marítimos (mal del mar). Entre un 20% y un 30% de las personas que se desplazan en barco experimentan algún síntoma de la cinetosis. (El científico Reason describió el caso de vómitos en masa el día del desembarco de los aliados en Francia, si bien este hecho pudo haber estado influido por el miedo a la muerte inminente.) Una frecuencia similar se da entre los viajeros que utilizan coche o autobús. El transporte en avión, en cambio, provoca el mal en menos casos. Se ha observado que se da con menos frecuencia entre los pasajeros de los aviones con propulsión a chorro, que vuelan en altitudes por arriba de las capas de mayor turbulencia del aire, que entre los que utilizan aviones pequeños que vuelan a baja altura en épocas de calor o tormentas, cuando la turbulencia puede ser intensa. La aparición del mal en los astronautas ha intensificado la investigación para encontrar vías efectivas de prevenir la enfermedad. Incluso montar en determinados animales, como el camello, o las sesiones intensas de columpio en los niños pueden provocar esta cinetosis.

El oído

La causa de este mal es compleja, pero todos los especialistas coinciden en que el oído interno desempeña un papel esencial, ya que ciertas señales procedentes de él informan al cerebro de la percepción del movimiento. El oído interno tiene tres conductos semicirculares perpendiculares entre sí y rellenos de un fluido. Cuando movemos la cabeza, el fluido se desplaza a lo largo del plano de cada canal, estimulando unos receptores que en forma de pelillos se disponen sobre las células de los conductos. Los receptores transmiten en forma de impulsos eléctricos la dirección del movimiento al cerebro, que interpreta estas señales. El profesor japonés Fukuda observó que los pasajeros de automóviles y autobuses se inclinan en dirección opuesta a la del giro cuando el vehículo bordea una esquina. Por el contrario, los conductores experimentados se inclinan hacia la curva, disminuyendo así la posibilidad de experimentar cinetosis. La explicación de este científico es que al inclinarse hacia la curva el conductor ve el camino y siente el giro al mismo tiempo.

La información de sus ojos, oído interno y músculos es concordante acerca de sus movimientos. Sin embargo, el pasajero que se inclina en sentido opuesto a la curva recibe un tipo de información de su oído interno que es distinto del cuadro captado por sus ojos y músculos. Esta información dispar de los tres sistemas de orientación es lo que causa la cinetosis, según Fukuda.

Para Reason, la clave no está tanto en la incompatibilidad de la información en los tres sistemas, sino en el conflicto que se produce entre la experiencia que tiene el sujeto acerca de su entorno y otra experiencia inmediatamente anterior.

Así, en un viaje marítimo largo, al embarcar, el cerebro compara su experiencia reciente (tierra firme) con las diversas señales visuales, musculares y del oído interno que está recibiendo. No puede coordinarlas y se produce el malestar. A esto sigue un período de adaptación, con desaparición de los síntomas, cuando el cerebro aprende a coordinar las señales que está recibiendo. Al desembarcar, la experiencia de a bordo ya no es coherente con las señales que recibe en tierra y se reinicia el marco. Esta mala adaptación sería, según Reason, consecuencia de ser transportado pasivamente; este movimiento se considera, en términos evolutivos, como una experiencia antinatural. Esto se basa en el hecho de que si hubiéramos sido creados para movernos de forma distinta a la de dos dimensiones y a la velocidad de paseo, tendríamos otros sistemas de orientación y movimiento.

Síntomas

Este mal afecta más a las mujeres que a los hombres, sin saberse bien a qué es debido, y es más frecuente en los adultos jóvenes que en los niños muy pequeños o en los ancianos. Los síntomas comienzan por una sensación de sudor frío, salivación excesiva y pérdida de apetito. Las náuseas son el síntoma más constante y pueden seguirse de vómitos. Si el proceso es severo pueden persistir algunos síntomas, como somnolencia y malestar, algunas horas después de cesar el movimiento.

El mejor tratamiento conocido es la prevención. Una vez que aparecen los síntomas, el tratamiento con medicamentos es poco efectivo. Son útiles ciertos consejos, como evitar la exposición al tabaco y a los olores alimenticios, y ventilarse con aire frío. En los viajes por tierra se recomienda fijar la mirada hacia adelante y no leer. En el mar es aconsejable permanecer tumbado y cerrar los ojos. El empleo preventivo de ciertos fármacos antes de iniciar un viaje puede ser útil para evitar el mal. Durante muchos años se han utilizado, con cierta eficacia en sus resultados, los medicamentos antihistamínicos. Pero es muy frecuente que se tenga sensación de somnolencia como un efecto secundario.

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