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SANIDAD

Los Gobiernos de los países comunistas, de Europa admiten la incidencia del SIDA en su población

Los regímenes comunistas del este de Europa han comenzado a tomar conciencia de que el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), ya conocido como la plaga del siglo XX, también les afecta. La reacción ha sido una creciente transparencia en la información exterior sobre los casos existentes y campañas de concienciación. La URSS y todos sus aliados europeos han reconocido la existencia de portadores del virus. No obstante, problemas técnicos sanitarios y el temor de los afectados a supuestas represalias dificultan seriamente el cálculo de los posibles afectados en estos países.

Algunos Gobiernos han decidido ya someter a pruebas sanguíneas obligatorias a las personas pertenecientes a los grupos de alto riesgo, como homosexuales, hemofílicos y consumidores de droga por vía intravenosa. En la República Democrática Alemana (RDA) se ha comenzado la elaboración de un registro de portadores. Hungría es, pese a su pequeña población de 10 millones de habitantes, el que más casos de portadores del virus ha registrado. En la mayoría de los 134 casos registrados por el Ministerio de Sanidad se trata de hemofílicos y homosexuales. Tres personas han muerto ya de la enfermedad y se estima que los infectados podrían alcanzar los 6.000. La tolerancia existente en Hungría hacia la homosexualidad, que hizo de Budapest el San Francisco del este de Europa, parece ser una de las causas de este mayor impacto de la enfermedad en este país.

La URSS anunció en junio que se habían detectado 54 casos de SIDA, de los cuales sólo 16 son ciudadanos soviéticos y el resto extranjeros. Gran parte de los extranjeros ha sido deportada a sus países de origen y se ha implantado una prueba obligatoria para los estudiantes foráneos. En Checoslovaquia, el órgano oficial del partido comunista informó en mayo que nueve personas han contraído la enfermedad y 43 más son portadoras del virus. El Gobierno de Praga anunció que 16.000 ciudadanos pertenecientes a los grupos de riesgo han sido convocados a someterse a una prueba obligatoria de sangre. En la República eslovaca han fallecido ya tres hombres, al parecer homosexuales.

La RDA admite el problema

La RDA reconoció por primera vez en marzo, tras insistir durante largo tiempo en que este problema no se daba entre su población, que se había detectado a un enfermo y a tres portadores. En junio ya eran 14 los portadores del virus HIV y se habían producido dos muertes. Según fuentes oficiales de Berlín Este, ya se ha sometido a la prueba sanguínea un millón de ciudadanos de los 17 con que cuenta Alemania Oriental. En Polonia se han dado, según fuentes del Ministerio de Sanidad, 29 casos de portadores, cuatro enfermos y dos muertes. No obstante, la cifra real de los portadores en Polonia es difícilmente calculable dada la creciente adicción a una droga de fabricación casera con pasta de adormidera entre la juventud. Los adictos se inyectan la sustancia. Dada la absoluta inexistencia de jeringuillas desechables en Polonia, el riesgo de contagio del virus es extremadamente alto no sólo para los adictos, sino asimismo para la población en tratamiento clínico. Por otra parte, y con mayor gravedad que en los demás países del Este, la escasez de divisas convertibles hace prácticamente imposible la compra del instrumental necesario para las pruebas, sólo disponible en Occidente. Checoslovaquia ha dado un primer paso con un acuerdo de cooperación con una compañía holandesa para producir este instrumental.

En Bulgaria se ha anunciado ya la primera muerte por SIDA y la existencia de 34 portadores del virus, de los cuales sólo 10 son ciudadanos búlgaros, ocho de ellos hemofílicos, una prostituta y un homosexual. Incluso Rumanía ha reconocido ante la Organización Mundial de la Salud dos muertes y la existencia de 13 portadores. Desde el mes pasado aparecen en la Prensa rumana informaciones sobre los síntomas de la enfermedad y los peligros de contraerla, tras varios años en los que sólo se publicaron comunicados ideológicos en los que se calificaba la enfermedad como un "mal capitalista". El hecho de que oficialmente no existan en Rumanía la prostitución ni la homosexualidad, también considerados "vicios exclusivamente capitalistas", hace aún más difícil afrontar el problema.

Escasez de preservativos

Por otra parte, constituye una gravísima dificultad para la contención de la enfermedad la escasez de preservativos en estos países, -y su inexistencia en Rumanía, debido a las constantes campañas en favor de la fertilidad-. En Polonia, por ejemplo, se producen menos de 15 millones de preservativos al año para más de 37 millones de habitantes, lo que supone una cifra a todas luces irrisoria. La campaña contra el SIDA en el este de Europa se ha convertido en una de las más claras pruebas de la nueva política de transparencia (glasnost) impulsada por el máximo dirigente soviético Mijail Gorbachov. Hasta los regímenes más hostiles a esta práctica se ven obligados a informar a su población sobre la enfermedad con creciente intensidad y en términos cada vez más veraces. Folletos informativos, carteles y reuniones abiertas comienzan a ser utilizados con profusión no para transmitir mensajes ideológicos, sino para informar sobria y verazmente sobre una enfermedad que no conoce fronteras ideológicas.

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