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Fallece Tawfiq al Hakim, uno de los escritores árabes más brillantes

Tawfiq al Hakim, novelista y dramaturgo egipcio, murió el domingo pasado en El Cairo, a los 88 años, como consecuencia de un crisis cardiaca. Considerado como uno de los más grandes escritores árabes contemporáneos, fue un destacado representante del movimiento modernista árabe de inspiración laica. Su nombre era una baza destacada por los arabistas para que el Premio Nobel de Literatura se atribuyera al mundo islámico.

Tawfiq al Hakim nació en una familia acomodada de Alejandría, que le destinaba a la magistratura. Aunque terminó en 1922 sus estudios de Derecho en París, permaneció seis años en Francia, más preocupado por su segunda vocación, la literatura, que por los estudios jurídicos. La influencia del simbolismo de Maeterlinck estará siempre presente en sus dramas.En 1928, de vuelta a Egipto, trabajó para el Ministerio de Justicia, experiencia que dará lugar a su obra maestra, Diario de un fiscal rural. No abandonó, sin embargo, sus aficiones literarias, y en 1933 publicó El alma reencontrada, novela dedicada al renacer del nacionalismo egipcio.

Cuatro años más tarde aparece Diario de un fiscal rural (de la que existe una bella traducción al castellano de Emilio García Gómez), novela autobiográfica en la que un joven fiscal suplente se enfrenta a un universo rústico. Escrita con un humor fino que no retrocede ante el horror, es al mismo tiempo una crónica de denuncia social, una crítica irónica del funcionamiento de la justicia -con historias geniales como las del cadí lento, el cadí galopante y el cadí canónico- y, sobre todo, una reflexión sobre la sempiterna miseria del fellah, el campesino pobre, víctima de todos los regímenes que se han sucedido en el poder.

Sin embargo, su actitud no es la de un simple observador, y su joven fiscal ya advierte en la introducción al Diario: "El que lleva una vida feliz no la escribe y se limita a vivirla. Yo vivo con la criminalidad en una misma cadena".

Un realismo costumbrista, teñido de cierto pesimismo, junto con su formación francesa, ha hecho que algunos le consideren el Flaubert egipcio. Pero además, Tawfiq al Hakim es un hombre profundamente preocupado por los temas de su tiempo, con una predilección por la mitología que reactualiza para mostrar problemas actuales. Así ocurre en su drama Salomón el mago, en el que un hombre ha dominado las fuerzas oscuras de la naturaleza en su propio provecho, o en Edipo rey, que muestra la angustia del ser humano ante su destino.

Un inconformismo irreductible le llevó en los últimos años al centro de dos importantes polémicas. Su obra La conciencia reencontrada, aparecida en 1974, despertó la ira de los nasseristas. Nueve años después, este anciano terrible, irreductible al compromiso, desencadenaba las iras de los integristas islámicos, que juzgaron sus artículos -aparecidos en el diario Al Haram bajo el título Diálogo con Dios- como "iconoclastas" y producto de "un pensamiento laico salido del imperialismo cultural occidental".

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