El 'supercero' total
LA PREPARACIÓN de un tratado de desarme entre EE UU y la URSS avanza mediante un doble proceso. De una parte, negociaciones secretas e intensas en Ginebra, que en la actualidad se prolongan desde el 23 de abril sin interrupción. De otra parte, iniciativas públicas de los máximos líderes, unas veces en Washington y otras en Moscú, para ayudar, al menos hasta ahora, a superar los obstáculos. El 16 de junio fue el presidente Reagan el que dio luz verde a su delegación en Ginebra para ultimar la redacción de un tratado basado en la opción supercero, es decir, la supresión de todos los misiles de alcance intermedio (INF), tanto los de radio más largo, de 1.000 a 5.000 kilómetros, como más corto, entre 500 y 1.000 kilómetros. Ahora Mijail. Gorbachov, en áus declaraciones al periódico indonesio Merdeka, ratificadas en la conferencia de prensa del viceministro Vorontsov, ha levantado uno de los obstáculos que bloqueaban la negociación de Ginebra.La opción supercero, tal como había sido aceptada en principio por norteamericanos y soviéticos, tenía una excepción seria: cada parte conservaría 100 cabezas nucleares INF fuera del territorio europeo. Era una exigencia de la URSS que lajustificaba por la po sesión por EE UU de armas nucleares en Filipinas, Corea del Sur y Diego Suárez. Cuando EE UU anunció que colocaría sus 100 ca bezas en Alaska, la URSS se opuso diciendo que desde ese emplazamiento podrían alcanzar territorio soviético. Por otra parte, la conservación por las dos partes de 100 cabezas no europeas aumentaba en gran medida las dificultades para establecer sistemas efectivos de control y, ade más, deseuropeizaba unas negociaciones que estaban centradas en este continente.
La nueva propuesta de Gorbachov, que ha recibido una primera acogida favorable en Washington, Tokio, Londres, Bonn y otras capitales, consiste en que la URSS y EE UU renuncien a conservar las 100 cabezas en disputa. La URSS no condiciona esa renuncia al problema de las bases de EE UU en diversos lugares de Asia. De hecho, Gorbachov ha aceptado en ese punto la posición defendida por EE UU. La dificultad surgida en torno al emplazamiento en Alaska queda automáticamerite descartada. Y facilitado el capítulo referente a control y verificación.
Después de este paso soviético, persiste como principal discrepancia la suscitada por la presión de la derecha alemana sobre el Gobierno Kohl. Se trata de los 72 misiles Pershing 1 A, que pertenecen a la República Federal de Alemania (RFA), pero cuyas cabezas nucleares son norteamericanas. El Gobierno Kohl y el Parlamento de Bonn han aprobado la opción supercero, pero insistiendo en que la RFA conserve los 72 Pershing 1A. Es obvio que esos misiles, sin las cabezas norteamericanas, serían chatarra. Esas cabezas, y el argumento soviético es muy fuerte en ese punto, no pueden. ser consideradas como alemanas, ya que ello supondría violar los diversos tratados que prohíben a la RFA tener armas nucleares. Si esas cabezas se catalogan como norteamericanas, ¿cómo justificar que no entren en el tratado que prohibirá las armas de la URSS y de EE UU? Catalogarlas como armas de un tercer país, como pretende hacer la delegación de EE UU en Ginebra, carece de base lógica. Cabe esperar que esta disquisición, utilizada para satisfacer a las fuerzas de derecha de la RFA, no impida un acuerdo de importancia histórica para Europa y para la paz del mundo.
En el nuevo paso que ha dado Mijail Gorbachov se adivina una decisión política que aclara posibles dudas sobre su actitud. De modo público en Occidente, y en la URSS bajo un secreto que la glasnost aún no ha disipado, se ha discutido en los últimos meses sobre la eventualidad de que Gorbachov no tenga interés en firmar ahora con Ronald Reagan un acuerdo sobre desarme. Un acuerdo que, además de su trascendencia intrínseca, significaría para el desprestigiado presidente norteamericano un realce perdurable en la Historia. La última declaración de Gorbachov, y la referencia en la conferencia de prensa de Vorontsov a la preparación de una cumbre en un plazo de dos meses, confirman, sin embargo, que, por razones de su propia situación interior, lo prioritario para el líder soviético es obtener un acuerdo de desarme. El camino de la opción supercero está, pues, actualmente más despejado que nunca.
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