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Crítica:FESTIVAL DE JAZZ DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Vaughan contenta a todos

Con 62 minutos de retraso -justificados por supuestos problemas entre la cantante, su manager y una inexistente televisión-, después de innumerables protestas del impacientado público, apareció en el escenario de Anoeta el trío rítmico de Sarah Vaughan. La diva lo haría 11 minutos después, con los ánimos ya apaciguados y la concurrencia apriorí stic am ente entregada.Se trataba de un concierto de homenaje a George Gershwin en el cincuentenario de su muerte, pero la realidad fue diferente, quedando todo en un típico concierto de Sarah Vaughan en el que el nombre del compositor sólo se mencionó en una ocasión y en el que la diversidad del repertorio no llevaba a pensar en una propuesta programática previa. Por supuesto que hubo canciones de Gershwin, pero fueron minoritarias. Los primeros rumores, hace unos nieses, alrededor de este concierto hablaban de alguna de nuestras orquestas sinfónicas patrias para acompañar a la cantante:, finalmente, todo se redujo a su trío habitual, y tal vez fuese mejor así, pues Sarah aparentó seguridad y tranquilidad a todo lo largo de la velada.

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La divina Sassy arrancó con Fascinathing rhytkm y poco a poco fueron cayendo todos sus grandes éxitos, desde Justfriends a Pra decir adeus, Love is here to stay o There will never be another you, sin olvidar el inevitable Send in the clowns, como siempre el tema más esperado y aplaudido de la noche. Una veintena de canciones desgranadas a lo largo de 71 minutos, incluyendo los bises, ni mucho ni poco, lo justo para cumplir y no defraudar a sus fieles seguidores.

Saltando de placer

Sarali Vaughan ya no es una niña, acaba de cumplir 63 años; su voz ya no tiene muchas de las cualidades e inflexíones de antaño, y ella lo sabe. Plenamente consciente de sus actuales limitaciones, ha sabido buscar un nuevo repertorio y adaptar sus canciones de antes para que todo parezca normal. Sassy dice las canciones con gran sensibilidad en vez de cantarlas con la fuerza que la catapultó a la fama, pero es más que suficiente como para que susJans salten de sus butacas alborotados de placer.

Sassy comenzó fría, sin meterse demasiado en las canciones que interpretaba, posiblemente aún nerviosa por la bronca que acababa. de montar entre bastidores, pero poco a poco fue calentándose y entrando en situación. A lo largo de isu actuación no se permitió dernaslados excesos vocales, supliendo las deficiencias con un saber estar y un claro sentido de lo que debe ser el espectáculo. Bromas y guiños se mezclaron con lo que todavía queda intacto de su portentosa voz, con su innegable expresividad y su gran capacidad para establecer cornunicacián directa e inmediata con el auditorio, en un resultado final sumamente correcto y estimulante que ya quisieran para sí muchas jovencitas con nombre en ascenso permanente.

Con decir que el trío rítmico cumplió su papel con perfecta discreción estaría todo dicho sobre ellos, porque es eso lo que Saissy les exige: fidelidad discreta pero eficaz.

Sarah Vaughan no dio el concierto de su vida en San Sebastián, pero tampoco hemos de anelarnos en mejores tiempos pasados. Su fuerte personalidad contentó a todos, convirtiendo la noche en un triunfo.

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