Los ecologistas se oponen a que el Papa celebre misa en la montaña
Juan Pablo II ha decidido este año pasar una semana de vacaciones en las montañas de las Dolomitas, en el pueblecito de Lorenzago de Cadore. Es huésped, desde el jueves pasado, de la finca propiedad de la curia episcopal de Treviso, con 16 hectáreas de bosque y prados. El Papa polaco quería estar en un sitio donde no fuera molestado para poder disfrutar en paz de la naturaleza y hacer largos paseos.Pero las atutoridades civiles no se olvidan de que Juan Pablo II es un papa, un jefe de Estado y de que ha estado ya condenado a muerte por el terrorismo internacional. Y por eso a la pequeña y risueña aldea de montaña han llegado también, convocados por el alcalde socialista, Mario Raimonti, más de 100 policías. Asimismo, se han levantado alambradas con púas para proteger el muro de la finca, y la gente que llega allí de vacaciones es particularmente vigilada. De ahí que algunos turistas hayan refunfuñado en el bar situado en el centro de la pequeña plaza del pueblo, lugar de reunión y de charla, ante la prescricia este año, en aquella paz bucólica, de tantos gendanmes con uniforme y de paisano.
Pero la mayor contestación le ha llegado al papa Wojtyla, condenado a no estar tranquilo ni en vacaciones, por parte de los verdes y de; la asociación naturalista Italia Nostra, ante la intención de Juan Pablo II de celebrar al aire libre el domingo una misa en un lugar considerado parque natural y protegido.
Los temores de los verdes y las demás asociaciones se fundan en que, con motivo de la mísa, aquel lugar virgen quede profanado con aparcamientos y coches así como con la presencia de miles de personas que llevarán presumiblemente al lugar sus meriendas y podrían dejar los prados inundados de basura.
Se pide que, en el caso de que no sea ya posible impedir la misa de masas en aquel lugar, como parece lo más probable, por lo menos se impida ya a partir de hoy que ningún coche se acerque al parque y menos que puedan penetrar dentro.
El jueves, primer día de lla vacación de montaña del papa Wojtyla, el tiempo no le hizo un milagro. Estuvo lloviendo desde la mañana. Pero el Papa polaco no es, desde luego, hombre que se achante fácilmente y salió igualmente a pasear, con su bastón, bajo el agua, sin paraguas, enfundado en sus pantalones de pana y su flamante impermeable. Lo acompañaban su secretario Darticular polace, y un grupo de policías mimetizados de montañeros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.