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La tristeza de la Maestranza vacía

GONZALO ARGOTE No fue suficiente, por lo visto, el triunfo del sábado pasado de Manolo Corona en la vecina plaza de Alcalá de Guadaira para atraer más público a La Maestranza, en una tarde canícular, donde los termómetros superaron los 40 grados. Menos de un tercio de entrada., y no me :mporta pecar de reiterativo señalando que en la ausencia de elementales medidas de promoción de estas novilladas, está la causa fundamental de tan escasa concurrencia.

De Chicuelo de Albacete escribí hace dos semanas que había pasado sin pena ni gloria. Hoy creo que ha de hablarse más de aquélla que de ésta. Dos novillos, especialmente el primero, para haber armado el alboroto. Sin embargo, no ha sido así. Su labor discreta, ha pasado desapercibida, y acgida al final de ambos novillos con esos tremendos silencios que indican más indiferencia que otra cosa.

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Cubero / Chicuelo de Albacete, Corona, ZoritaNovillos de Benítez Cubero, bien presentados y de buen juego, excepto 5º y 6º. Chicuelo de Albacete: estocada (silencio); dos pinchazos y media (silencio). Manolo Corona: estocada muy caída (vuelta); estocada (oreja). Raúl Zorita: cuatro pinchazos y estocada corta (silencio); estocada y 15 descabellos (silencio). Plaza de La Maestranza, 28 de junio.

Manolo Corona es un novillero de Coria del Río, que tiene ganas de ser torero, y que posiblemente pueda serlo, pero tiene mucho que aprender, aunque para eso está la etapa novillero. Está más verde con el capote que con la muleta. Codillea mucho con aquél, y ese es defecto fácil de corregir. Ha brindado sus dos novillos al público, oferta poco frecuente. A su primero, lo ha toreado sobre la, mano derecha, con desigual fortuna. El novillo, excesivamente picado, se vino abajo a mitad de la faena. Lo mató de una estocada muy caída, y quizá por eso no pidió la oreja la mayoría. Al quinto, menos fácil, lo toreó en redondo con calidad desigual. Por el lado izquierdo lo intentó, pero el novillo carecía de trayectoria. Lo mejor, la estocada, que, a mi juicio, valió la oreja.

Raúl Zorita, de Zaragoza, del que ya dijimos hace dos semanas, era el más placeado de los tres, llevó a cabo lo más importante de la tarde: no amilanarse ni perder los papeles con el sexto, un novillo dificil, que buscaba, y al que le aplicó la lidia adecuada. Le colocó una estocada, pero se eternizó con el verduguillo. A su primero lo destrozó el picador y, aunque bravo, no podía con su alma. El toreo moderno, exigido por el público, es el de la mano baja. A media altura, es difícil lucirse.. También se hartó de pinchar. Lo más interesante de la tarde, la lidia de Zorita al sexto. Lo peor, lo más triste, ver La Maestranza casi vacía.

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