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Los obispos critican la, campaña de uso de preservativos en la lucha contra el SIDA

La Comisión Permanente de¡ Episcopado hizo pública ayer una nota pastoral sobre el SIDA en la que estima que la campaña de prevención basada en el uso de preservativos y en la utilización de jeringuillas nuevas ofrece graves deficiencias. Tales medidas, según los obispos, pueden favorecer la promiscuidad sexual y la permisividad ante la droga, especialmente entre los jóvenes. Al mismo tiempo, los obispos proponen la sexualidad matrimonial como "el remedio más cabal" para evitar el contagio, a la vez que solicitan que se atienda dignamente a los enfermos y se informe detalladamente a la población.

Según explicaciones posteriores de miembros de la Comisión Permanente, presidida por el también presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ángel Suquía, con esta nota los obispos españoles pretenden "manifestar la sensibilidad de la Iglesia española por este grave asunto, aportar algunos criterios morales y religiosos para su enriquecimiento, promover la responsabilidad de las autoridades y ciudadanos y mostrar su solidaridad con todos los afectados directa o indirectamente por el problerna".A juicio de los obispos, la campaña promovida por Sanidad, basada en el uso de preservativos y de jeringuillas nuevas, soslaya "la necesidad de corregir la promiscuidad social y la permisividad contra la droga, que en este caso, además de atentados contra la dignidad del hombre y pecados contra la, ley de Dios, resultan verdaderos instrumentos de destrucción".

Los prelados hacen hincapié en que con estas dos medidas tampoco quedan eliminados los riesgos de contagio. En su opinión, limitarse a recomendar el uso de preservativos en las relaciones sexuales y la utilización de jeringuillas nuevas entre los drogadictos intravenosos "puede transmitir la falsa impresión de que con ellas quedan ya eliminados los riesgos de contagio y no es necesario corregir los comportamientos".

Por el contrario, limitarse a tomar estas medidas podría incitar a los jóvenes a la promiscuidad, así como inculcarles "unas formas de conducta gravemente deficientes desde el punto de vista social y moral".

En la misma línea, los obispos aseguran que el ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio, tal como enseña la Iglesia, es "el remedio más cabal", aunque no sea suficiente, "contra la diftisión de la enfermedad".

Igualmente, la nota episcopal destaca que "los Gobiernos, admnistradores de los bienes sociales, han de tener en consideración los aspectos morales del comportamiento a la hora de permitir, e incluso favorecer, ciertas conductas".

Los obispos, por otra parte, consideran que es demasiado simplista presentar el SIDA como "un castigo directo de Dios por los pecados del mundo", si bien estiman que epidemias como ésta "nos ponen bruscamente ante la realidad de nuestras limitaciones".

Según los obispos, "para explicar la existencia de estas y otras calamidades que nos afligen, basta con tener en cuenta nuestra condición humana: admirable por su grandeza y a la vez vulnerable por su fragilidad física y moral".

Tras advertir que los sufrimientos que acarrea el SIDA pueden llegar a hacer que alguien se sienta inducido a rebelarse contra Dios", la nota episcopal anima a los enfermos a confiar en Dios y en su perdón, al tiempo que solicita a los investigadores que aceleren la búsqueda de remedios eficaces.

Precauciones

En otro párrafo de su nota, la Comisión Permanente del Episcopado denuncia el rechazo que vienen sufriendo algunos grupos de especial riesgo.

Respecto al seguimiento de la epidemia, los obispos se muestran partidarios de que la población esté bien informada. En su opinión, es preciso conocer el número de casos detectados en España, así como los síntomas más fácilmente apreciables, las vías de contagio más comunes y peligrosas y las precauciones que en cada caso habría que tomar.

"Es conveniente", dicen, "que se conozca con toda verdad qué cosas puedan causar la enfermedad y cuáles, para que no se desencadenen procesos de pánico y los enfermos no se sientan tratados de manera indiscriminada e injusta", añaden los obispos de la Comisión Permanente.

Declaran igualmente los obispos que una de las obligaciones morales más graves que tienen los fieles es tomar medidas adecuadas para evitar el contagio. "Pero al tomar estas medidas", se puntualiza en el texto, "hay que tener en cuenta la dignidad humana y las necesidades de los enfermos, de manera que, al intentar aislar la enfermedad, no se produzcan situaciones humillantes ni rechazos considerables".

Los prelados insisten asimismo en que los enfermos del SIDA son dignos de atención. Por lo mismo, piden a los médicos, especialmente a los católicos, que extremen su dedicación, a ellos y que les atiendan "con lo mejor de su competencia profesional y de su compasión humana y cristiana".

A la vez, los obispos piden a los poderes públicos instalaciones hospitalarias adecuadas para los enfermos, y recuerdan a los sectores católicos que, dada la tradición asistencial de la Iglesia en este campo, esperan que surjan pronto centros e iniciativas para atender a este sector.

En este sentido, los obispos aluden a Jesucristo como "buensamaritano de la humanidad" y comparan la acogida de Cristo a los leprosos con la que recomiendan a los fieles que tengan con los enfermos del SIDA.

Con los mismos argumentos, en el documento del episcopado se afirma que, "para los que creen en Dios y confían en él, la aparición del SIDA, en vez de ser un escándalo o una razón para la desesperación, es, más bien, un estímulo para el trabajo, la solidaridad, la purificación interior y la propia salvación". En su nota pastoral, los obispos mencionan igualmente a los familiares de enfermos afectados de SIDA, alentándoles a compartir el sufrimiento con los mismos. Una actitud que, en opinión de los obispos, les hará por fuerza "más humanos y misericordiosos, más fuertes ante las dificultades de esta vida".

Solidaridad -

Con esta nota sobre el SIDA, dada a conocer al mediodía de ayer, y que fue aprobada por unanimidad, los obispos han querido reflexionar sobre un tema que cuenta con una importante repercusión en España, según manifestó el portavoz de la Conferencia Episcopal al dar a conocer el documento a los medios de comunicación.

Según el documento de presentación, los obispos han acumulado una amplia documentación sobre el tema y, tras diversos debates, han mantenido un importante cambio de impresiones, "con especial atención a los aspectos morales que plantea esta nueva enfermedad".

La reunión de la Comisión Permanente del Episcopado, que se ha celebrado los días 10, 11 y 12 de este mes, ha estado presidida por el cardenal Ángel Suquía, arzobispo de la diócesis de Madrid-Alcalá.

En sustitución de Damián Iguacén, obispo de Tenerife, estuvo presente Demetrio Mansilla, titular de la diócesis de Ciudad Rodrigo, y Ramón Malla, de Lérida, sustituyó a Francisco Álvarez, obispo de la diócesis de Calahorra-La Calzada.

Justificaron su ausencia los arzobispos Carlos Amigo, de Sevilla, y José Méndez, de Granada, quienes alegaron motivos personales.

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