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Crítica:CINE /'BLADE RUNNER'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un clásico de ahora

Hace cinco años se estrenó Blade Runner en España, en una lamentable versión doblada. Si entonces sorprendió, pues se esperaba una sofisticada historia futurista más o menos epidérmica y el resultado mejoró con creces estas expectativas; ahora, Blade Runner sorprende mucho más, a causa del mantenimiento del sonido original, que es uno de los aspectos mejor elaborados y más ricos de esta excelente, y más profunda de lo que parece, obra.Los aspectos pesimistas y opresivos de la fabulación adquieren, en su marco sonoro original, mayor vigor. La fuerza de las composiciones -el británico Ridley Scott, director de Alien y formado profesionalmente en el microcine de alta precisión del spot publicitario, es un maestro de la matemática visual- aumenta y se afina, al conservar las imágenes sus formidables soportes sonoros.

Blade Runner

Dirección: Ridley Scott. Guión: Hampton Fancher y David Peoples. Fotografía: Jordan Cronenweth. Música: Vangelis. Productor: Michael Deely. Norteamericana, 1982. Intérpretes: Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, Emmet Walsh, Daril Hannah, William Sanderson, Brion James, Joe Turkel, Joanna Cassidy. Estreno en Madrid, en versión original subtitulada: Real Cinema.

La fábula sigue con fidelidad los patrones tradicionales de las películas del género negro: una historia convencional de caza urbana, en la que un detective -un caracter gastado por la presión de su oficio- se ve no obstante obligado a volver otra vez armado a la jungla de las calles en busca de unos intrusos amparados en las impenetrables multitudes que las pueblan. Son esas multitudes el verdadero tejido dramático del filme: la imagen aplastante y claustrofóbica de una ciudad, Los Ángeles en el año 2019, espejo de una Tierra apática, superpoblada, sofocante. La ambientación del filme -impensable sin su sonido integral- es un prodigio.

En este denso marco material, Scott, apoyado en un soberbio guión, hace el que hasta ahora es, y con mucho, su mejor trabajo, muy por encima de Los duelistas y Alien. Su empleo de prácticamente todas las convenciones del género negro y la combinación de éstas con fórmulas, incorporadas sin ninguna estridencia, del cine de terror -por ejemplo, algunos inquietantes aspectos de los intrusos imitantes, robots de carne y hueso cuya composición se apoya en la mejor imaginería del poema terrorífico- es insuperable.

Hay escenas literalmente magistrales en este filme. Por ejemplo, el apasionante duelo final, la inagotable secuencia que comienza con la entrada de Harrison Ford en el refugio de los proscritos y que termina en la azotea del edificio con un violentísimo, e inesperadamente lírico, encuentro con el último de ellos. La perfección de esta escena de pesadilla hay que buscarla en el equilibrio que en ella se guarda entre esos varios modelos genéricos citados, asumidos por unos actores convencidos de que lo que hacen les concierne.

Buen, buenísimo cine actual extraido del almacén de eternidades de este arte. La película ahora se ve mejor que en su tiempo de estreno. No ha hecho otra cosa que ganar en intensidad. Al caérsele las cáscaras de la espectacularidad a las maquetas futuristas, la fábula humana sale a flote por su sóla enjundia trágica y poética. Y al perder capacidad de sorpresa, Blade Runner no hace otra cosa que ganar perennidad.

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