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Michael Clark: "Si no llamas la atención, todo resulta muy aburrido"

El bailarín y coreógrafo británico Michael Clark, considerado como el genio revolucionario de la década en el ballet y auténtico renovador de la aletargada danza británica, se presentó anoche en el teatro Albéniz, de Madrid, y volverá hoy al mismo escenario con su joven compañía Mordaz cuando quiere, revulsivo y apasionado con su trabajo, Clark va dejando una estela de inquietud por donde pasa. Él lo sabe, y cultiva agudamente esa imagen entre el niño terrible y el intérprete virtuoso.

El chico va con faldas, a veces escocesas (nació en un campo del norte de Escocia), a veces de cuero negro, a juego con su cazadora llena de estrellas de metal. Va rapado y con diadema de terciopelo negro, y para salir del teatro se cubre con una enorme gorra de fieltro marrón. Michael Clark tiene eso que ahora se da en llamar un look estudiadísimo y nada inocente que empezó a usar cuando dejó el Royal Ballet, donde era una de las grandes esperanzas clásicas: "La técnica del ballet me resulta bastante natural. Al principio, cuando dejé el Royal Ballet, traté de olvidarme de esa técnica, pero la tenía muy bien aprendida y, me di cuenta que era mejor usar de ella".Clark tiene muy claros sus objetivos escénicos: "He tratado de transformar la técnica en vez de rechazarla". El bailarín habla con tranquilidad, con una madurez que su aspecto no sugiere por ninguna parte: "Cuando ves mi obra ves qué no hay estereotipos. En mi trabajo es más importante el grupo que el individuo. En mi compañía hay jóvenes que no han tenido mucho entrenamiento, los escojo por otras razones, y eso me hace el trabajo más humano. Hay que experimentar, y las equivocaciones no me preocupan dernasiado".

Corte en Australia

Michael Clark lleva un curioso corte de pelo: "Me lo hice en Australia, en Melbourne. Allí la gente no me miraba, y era muy aburrido, de modo que fui a un peluquero para que me hiciera algo que llamara la atención".El chico había empezado a bailar a los cuatro años: "Fue en mi Escocia natal, haciendo danzas folcláricas. Después usé esto en uno de mis ballets. Después tuve que olvidar todo lo que aprendí en Escocia". Y tiene grandes planes: "Ahora piense, en hacer alguno de los grandes' clásicos, -El lago de los cisnes, pero en una versión con cuatro o cinco coreógrafos". Michael encaja con serenidad las miradas de todo el mundo: "Eso tiene que ver con la confianza que uno tenga en sí mismo. Hay que ir más lejos del simple narcisismo".

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