Numeroso público para un arriesgado festival
La 9ª Muestra Internacional de Teatro de Valladolid, que una vez más ofreció las últimas novedades dentro del panorama mundial del espectáculo, fue clausarada el pasado sábado con una alta participación de espectadores. Tanto para la crítica como para el público, las estregias de la muestra fueron el bailarín británico Michael Clark, el grupo estadounidense Mabou Mines y el holandés Cees Brandt con su montaje para niños en el área teatral y el concierto del belga Wim Mertens.
Cerca de 35.000 espectadores, unos 1.400 diarios, acudieron a lo largo de nuevo días a los 21 espectáculos presentados, de 15 compañías, tanto en locales cerrados como al aire libre, dentro de la muestra organizada con un presupuesto de 29 millones de pesetas; esta cantidad es muy inferior a la que se suele emplear en acontecimientos de esta índole. Habría que añadir que difícilmente la festivalitis que se sufre a lo largo y ancho de nuestro país, sin olvidar que es una epidemia europea, presenta una programación con la coherencia presupuestaria y artística que ofrece esta muestra de Valladolid.La organización de la muestra se vio obligada a ampliar espacios y número de representaciones antes de comenzar el festival, ya que la práctica totalidad de las entradas habían sido vendidas antes de que éste comenzara, y eso a pesar de la novedosa programación, desconocida para la mayoría, puesto que Valladolid se caracteriza por programar espectáculos y grupos que nunca han acudido a España; incluso, en sus países de origen, muchos de ellos son la última vanguardia aparecida.
En este contexto de riesgo, el propio público ha aceptado, muchas veces entre, risitas de complicidad, que espectáculos como los presentados por los franceses Royal de Luxe, el estadounidense Stuart Sherman, la compañía suiza de Murial Bader o los británicos Test Departament, no cubrieran las expectativas levantadas y, por mucho que se empeñaran, no sorprendieran ni dejaran a nadie con la boca abierta.
Un público exigente
En contrapartida, los estadounidenses Mabou Mines, la alemana Susanne Linke, el holandés Cees Brandt, el británico Michael Clark, el músico belga Wiin Mertens y la compañía francesa de Karine Saporta dejaron más que satisfecho a un público que parecía exigente y con una alta formación.Otros espectáculos, como los ofrecidos por el músico estadounidense Jon Hassell y la bailarina holandesa Paulina Daniels, gustaron al espectador amante y conocedor de aquello, que presentaron estos artistas.
La participación española, mayoritaria en, el área musical con la programación de la Orquesta de Cámara del Teatro Llítire y la Orquesta de las Nubes, también dejó contento al público.
En el terreno teatral, Valladolid fue este año más allá en sus propuestas, al ofrecer la primera producción de la Muestra de Teatro de Valladolid, Alta seguridad, un bello texto de Jean Genet, fue montado por Producción Uno bajo la dirección de Ernesto Calvo. Esta experiencia, plantea da con todo rigor, en la que han trabajado 16 personas, aunque sobre el escenario sólo aparecieran cuatro, no tenía precedentes en Valladolid, donde el teatro difícilmente subsiste.
Con un presupuesto de algo más de dos millones de pesetas, esta propuesta, que pretende dar salida a los jóvenes profesionales de aquella ciudad, dejó al descubierto, también gracias a los nervios de la primera función, algo que sufren hasta las más prestigiosas compañías: la ausencia de formación en los actores de nuestro país.
Especialmente interesante ha sido el Ciclo de Nuevo Cine Independiente Americano organizado por el Walker Art Center de Minneapolis (USA), que se ha presentado de forma paralela a la muestra, a pesar de acudir muy poco público a la misma.
