El SIDA , clave en la campaña
F. G. B. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) se está convirtiendo ya en una de las principales y más explosivas cuestiones a que deberán enfrentarse los candidatos presidenciales en 1988.
La población se encuentra muy preocupada y exige respuestas a los candidatos a la Casa Blanca, porque ya han muerto por esta nueva plaga del siglo XX más de 20.000 norteamericanos y antes de 1991 serán 197.000 las víctimas. Además, un millón y medio de personas están ya infectadas por el virus. Uno de los aspirantes a la presidencia, Bruce Babbitt (demócrata), habla ya más de la necesidad de utilizar condones que de Nicaragua. En sus apariciones en lowa, el Estado donde se celebrará, el próximo febrero, la primera prueba electoral, Babbitt plantea también un problema económico: se calcula que el tratamiento de las víctimas del SIDA le va a costar al Gobierno federal, antes de 1990, 10.000 millones de dólares. Los candidatos tienen que pronunciarse, por otra parte, en casi todos los debates, sobre hasta dónde debe llegar la obligatoriedad de las pruebas para detectar el síndrome de inmunodefiencia adquirida.
El gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, abrió su campaña presidencial afirmando que los americanos deben reconocer que "el SIDA es la amenaza más seria a la salud pública que hemos enfrentado en nuestras vidas". Los demócratas, de acuerdo con la tradición de su partido, cuentan entre sus votantes a los grupos homosexuales, algo de lo que tratarán de aprovecharse los republicanos, que les acusan de excesivas "licencias morales".
Los herederos de Reagan de la derecha republicana, como Jack Kenip, el reverendo Pat Robertson o Pierre du Pont, insisten en que sólo "la castidad y la monogamia", y no la libre distribución de preservativos, son las armas para luchar contra el SIDA.
El reverendo Jerry Falwell, de la mayoría moral, ha llegado a decir cosas como que la homosexualidad es "un estilo de vida pervertido", lo que ha sido calificado por Richard Gephardt, candidato por el Partido Demócrata, como "un mensaje de terrorismo sexual".
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