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Libros venerables y novelitas de amor

La XI Feria del Libro Antiguo y de Ocasión ofrece lectura para todos los bolsillos

"Hemos de hacer hincapié en que las muchachas coquetuelas, marisabidillas e imprudentes son las menos, y en lo tocante a las excesivamente provocativas, no hay más que una ínfima minoría". Eso asegura Margarita Pinos en su libro Diversas maneras de declarar el amor, uno de los muchos libros de ocasión expuestos a precios bastante bajos en la XI Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, que se celebra en el paseo de Recoletos hasta el próximo día 21. En cambio, los ocho volúmenes de un Quijote del centenano -cuatro de texto, cuatro de grabados magníficos- cuestan 200.000 pesetas.

"Por regla general", establece Margarita Pinos, "las muchachas son sencillas, modestas, algo románticas, de buenas costumbres y de una instrucción muy mediana".Una señora le pregunta a uno de los 35 libreros de lance participantes si no le puede hacer una rebaja, y el librero le dice: "Mire, señora, esto no es algo caro". Esto es uno de los miles de libros que, por muy variadas razones, se ofrecen a un precio de escándalo, casi un regalo: por ejemplo, cualquier libro de la colección Fenice, de teatro, a 50 pesetas; por ejemplo, un grueso volumen de Matemáticas, así, en general, por 200 pesetas. Crimen y castigo y El jugador, de Dostoievski, juntos, por 300 pesetas, lo mismo que Los tres mosqueteros. Se podría decir que por el mismo dinero con que un estudiante se lleva a su novia al cine y luego a una terraza se puede fabricar una semana veraniega de lectura intensiva.

Otra señora, en otra caseta, coge un libro como quien coge un jersei, lo examina con la misma celeridad con la que se juzgan los artículos de rebajas y sentencia: "1980. No es antiguo". Y deja el libro en su sitio, mientras su amiga ratifica: "No, no lo es". Pareciera que no ser antiguo en esta feria es un delito, o al menos una falta.

Extravagancias

La parroquia, está claro, es distinta de la de otras ferias. Es una parroquia compuesta esencialmente por esa variante de la ensoñación que es la bibliofilia, seres extravagantes a quienes les brillan los ojos y tiembla el pulso cuando encuentran al fin esa primera edición de El árbol de la ciencia (los cazadores de ediciones de Baroja son en España una subespecie), o esa Summa hostiensis, libro de leyes impreso en 1514 -bastante ilegible, por cierto- por sólo 200.000 pesetas. Un cliente ya desesperado se acerca a otra caseta. "Me va a decir que no", dice, como conjurando la suerte, y pide un imposible Libro de solitarios de la Alhambra, que, como se temía, el librero no tiene.En un negocio que suele ser familiar, cada casa tiene su clientela más o menos fiel y la oferta"se hace a veces por catálogo enviado a casa, los libreros de lance -expresión a medio camino entre la antigüedad y la ocasión- se corresponden a menudo con su clientela. Guardan su biblioteca en la cabeza y saben de inmediato si tienen o no tienen lo que el cliente les pide. José Fernández Berchi, presidente de la feria por undécimo año consecutivo, propietario de una de las casetas en la cuesta de Moyano, asegura que él guarda para la feria sus mejores compras del año. Y ello para contribuir al fortalecimiento de un encuentro en el que casi nadie creía cuando se inventó. Aun hoy, no es fácil para los libreros no madrileños acudir: muchos costes, hoteles, personal. "Esto es agotador", dice Susana, empleada media jornada en una de las casetas.

La feria del libro antiguo ha creado afición y clientes y ha revitalizado el mercado del libro en Madrid, según dice Fernández Berchi. La prueba es que tan sólo dos feriantes se han dado de baja; en cambio, varios más, de toda España, pretenden unirse a esa especie de caravana que de momento suma 35 casetas. El problema es que ese tramo del paseo de Recoletos no da para más.

No todo es ganga

"No se puede hablar de precios", dice el librero Víctor Méndez, pues en este mercado, aún humano, todo es discutible y los precios son sólo la primera frase de un diálogo que puede ser largo. En cualquier caso, caben muchas posibilidades: desde las 75 pesetas que cuesta cada una de las aventuras de un ratón, contadas con excelentes dibujos, hasta las 300.000 que se pagaron el año pasado por un Quijote de Ibarra. No hay forma de extraer a los libreros cuáles han sido hasta ahora sus mejores ventas; en ese terreno temen al periodista como si fuese un inspector de Hacienda.Mas no todo es ganga en la feria, y a veces, todo lo contrario. Sorprenden las 1.000 pesetas pedidas por un ejemplar no demasiado bueno, de 1967, del Orlando de Virginia Woolf en la antológica traducción de Borges: "ÉI -porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda de la época contribuyera a disfrazarlo .

También sorprenden las 2.000 pesetas que se piden por una segunda edición, de 1929, de aquel paradigma de realismo socialista que es la novela El cemento, de Fedor Gladkov. "Dos caminos conducían a la célula de la fábrica desde la colonia obrera...", lee el paseante en la primera página que ojea. Y en otra:

"-Dacha, ¿no eres celosa?

Dacha, sonriendo, la miró amistosamente.

-¿Querrías, camarada Mejova, que te arrancase el moño?".

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