El sueño cumplido
Villadiego / González, Norte, RivasSeis novillos de Carmen Villadiego, terciados, con pocas fuerzas y de juego desigual. José Andrés González: Silencio. Ovación. Julio Norte: Oreja. Ovación. Paco Rivas: Silencio. Palmas. Festejo de la Comunidad de Madrid. 2 de mayo.
EMILIO MARTÍNEZ
Julio Norte vio ayer cumplido su sueño: torear en Las Ventas frente a un novillo que colabore y triunfar. A pesar de que la Comunidad de Madrid hizo lo posible por deslucir el festejo: sustituyó la tradicional corrida de toros por una novillada picada de desecho de tienta y defectuosa, y anunció a dos espadas, el madrileño José Andrés González, y el mexicano Paco Rivas, poco placeados y conocidos.
Pero salió el segundo animal, encastado, bravo y noble en los tres tercios; y que embestía hocicando la arena como queriendo triscar las hierbas de cuando otrora era libre en el campo, y la escasa concurrencia se alborotó. Allí había un diestro, Julio Norte, dispuesto a aprovechar la oportunidad soñada. Y a fe que lo consiguió. Norte se recreó logrando prender en el señuelo escarlata el celo del novillo. Desgranó todo tipo de pases con relajado arte y gustándose, construyendo una faena de cabal interés. Por los mismos caminos iba con el quinto, enmorrillado y de preciosa lámina, pero la falta de fuerzas del animal se lo impidió. Norte dejó vitola de torero importante.
Sus compañeros acusaron su falta de actuaciones, aunque bregaron valientes y decididos. González anduvo cerca del lucimiento en el cuarto, también noble, pero se embarulló. Con el primero, un escurrido listón que tardeaba, cumplió decorosamente. Rivas toreó de forma poco ortodoxa, aunque con los pies atornillados en la arena y con alardes temerarios frente a dos animales parados y peligrosos.
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