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Reportaje:La 'perestroika' llega al Caribe / y 3

Castro estimula un espíritu más crítico en la Prensa

Antonio Caño

Hay varios apartados en los que Cuba parte con ventaja respecto a la Unión Soviética, y en los que le será más fácil sumarse a una política aperturista, como es el de la glasnost, o libertad de prensa. Fidel Castro dijo en un reciente discurso que los periodistas, como destacamento de la revolución que son, no están siendo utilizados correctamente. Castro estimula un espíritu más crítico por parte de la Prensa, y explica: "Estoy convencido de que no nos debilita que lavemos los trapos al aire libre. Estoy convencido de que lo que nos asfixia, nos infecta, es no lavar nunca trapos sucios, por el temor de que el enemigo se entere allá, en Miami".

En todo caso, en Cuba falta todavía mucho por hacer en este terreno, y aún se puede ver colgados en las oficinas de los Comités de Defensa de la Revolución (órganos de control y organización en los barrios) carteles que advierten: "Todo lo que veas, oigas o digas aquí dentro no debes divulgarlo en la calle".Cambiar el estilo

Los periodistas, sin embargo, reconocen la necesidad de cambiar su estilo, de no recurrir con tanta frecuencia a la consigna de hacer menos propaganda y más información. Tímidamente, van apareciendo en la Prensa denuncias de algunas empresas que no han cumplido eficazmente, o acusaciones contra dirigentes de nivel medio.

Una fuente oficial asegura: "Mientras que puede haber algún problema por las discrepancias en los planteamientos económicos, los soviéticos no nos pueden pedir nada en otros terrenos, como los de la Prensa, la cultura o los derechos humanos". En este último punto, las autoridades creen que la política seguida hasta ahora es correcta, y piensan continuar por ese camino.

Cuba, es cierto, no tiene un Sajarov, y es un hecho reconocido que el número de presos políticos ha ido decreciendo paulatinamente en los últimos años. La cifra exacta no se conoce, aunque oscila entre los 15.000 de los que habla el Gobierno de Estados Unidos y los 400 reconocidos por las autoridades cubanas en la reciente conferencia de Ginebra sobre derechos humanos.

José Raul Viera, primer viceministro de Asuntos Exteriores, afirma que "el número de presos está muy lejos de ser el que citan las autoridades norteamericanas. Se ha hablado de cifras de menos de 1.000, que sería lo más cercano a la realidad". Y el funcionario cubano opina: "Se trata de crear una presión sobre nosotros para que nos veamos obligados a estar dando explicaciones internacionales. Nosotros, bajo presión de las autoridades norteamericanas, no tenemos que dar ningún dato que afecte a nuestros asuntos".

La restricción de los viajes a los países occidentales, que es una de las grandes aspiraciones de los cubanos, sigue siendo una posición oficial inapelable, con el argumento de que el Estado cubano no tiene divisas suficientes que entregar a todos aquellos que quieran visitar otros países.

El Gobierno sigue premiando a los trabajadores más eficaces con viajes a la Unión Soviética y otros países del Este, pero despiertan tan poco interés en la población que ya circula el chiste del concurso en el que el primer premio era un viaje de 15 días a un país del Este, y el segundo premio, un mes. Para visitar un país occidental legalmente hay que participar en una delegación oficial, política o deportiva, o ser reclamado desde el exterior por cualquiera que corra con los gastos del pasaje. Para que un extranjero que contraiga matrimonio en Cuba pueda sacar legalmente del país a su cónyuge debe pagar una cantidad de dólares, que fija el Gobierno de acuerdo con la valoración que hace de los estudios cursados por la persona que desea salir.

La apertura no se hace tan necesaria en el aspecto cultural, ya que la población tiene acceso a una importante y variada oferta teatral y cinematográfica (con excepción de los rambos y la pornografía de las salas X españolas) de todos los países del Este y del Oeste, y a una no tan rica, aunque también amplia, oferta literaria, en la que resulta particularmente llamativa la ausencia de ediciones de la obra de José Luis Borges y Mario Vargas Llosa.

Para el escritor cubano Miguel Barnet, la principal carencia cultural del país es la escasez de títulos en las librerías, lo que atribuye exclusivamente a la falta de recursos económicos para comprar los libros extranjeros.

Siguiendo el paralelismo con la situación en la URSS, se podría decir que Cuba también tiene su Afganistán. El régimen cubano mantiene más de 30.000 soldados en Angola, como fruto de un acuerdo con el Gobierno de Luanda para defender al país de un eventual ataque surafricano. Viera, sin embargo, no acepta la comparación: "No veo que (la presencia en Angola) se pueda convertir en una carga desde el punto de vista político y moral. Es algo que el pueblo cubano cumple con entusiasmo".

Otras fuentes independientes creen, sin embargo, que el rechazo a intervenir en Angola crece entre la juventud, pese a que la gran mayoría se presenten voluntarios al servicio militar, más por miedo a la discriminación o a las represalias que por verdadero ardor patriótico. La posición del Gobierno sigue siendo inamovible en la idea de no retirar sus tropas de Angola "mientras persista la amenaza" de Suráfrica contra ese país.

Todo lo relacionado con la perestroika se sigue hoy muy de cerca en Cuba. Oficialmente, se trata de un tema delicado, del que hay que hablar con prudencia. Popularmente, se tiene la sensación de que algo tiene que pasar, tal vez, se dice, cuando Mijail Gorbachov se decida a visitar la isla, un viaje para el que Cuba no puede ahora mismo fijar una fecha.

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