Juan Pablo II mantiene un pulso con los obispos argentinos
Juan Pablo 11 dejó ayer Argentina con votos, en su último discurso ante el presidente Raúl Alfonsín, por la "prosperidad, la paz y la concordia" del país. Sin embargo, las dos últimas jornadas de su estancia en Buenos Aires -donde presidió el sábado la Jornada Mundial de la Juventud ante 300.000 jóvenes de todo el mundo y la celebración del Domingo de Ramos- se caracterizaron por un fuerte pulso con la jerarquía eclesiástica y el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel
Habían chocado los silencios del Papa sobre el drama de los desaparecidos. Se atribuía a que los obispos no querían que tocase el tema para no abrir heridas. Pero el Pontífice, en su discurso a los jóvenes en la noche del sábado, dijo: "Que el hermano no se enfrente más al hermano. Que no vuelva a haber más ni secuestrados ni desaparecidos. Que no haya lugar para el odio y la violencia y que la dignidad de la persona sea siempre respetada".En ese momento, a cien pasos del despacho del presidente Alfonsín, frente al monumento a Colón, estalló una bomba de medio kilo de dinamita que produjo sólo daños materiales. Raúl Alfonsín estaba en ese momento al lado del Papa. Y para sorpresa de los mismos obispos, Juan Pablo 11 le agradeció su presencia.
Por la noche, el Papa, impresionado probablemente por la masiva presencia de jóvenes al acto, cambió un párrafo de su discurso a los obispos, pronunciado ayer antes de salir para Roma, para decirles que no exagerasen, ya que si es cierto que en Argentina existe la secularización, también lo es que sabe responder a la llamada de Dios. Eliminó de su discurso estas palabras: "Deberéis saber afrontar con serenidad y fortaleza la indiferencia de los que ignoran vuestro mensaje, la incomprensión de los que os interpretan mal y la hostilidad de los que os ponen trabas", y las sustituyó por estas otras: "Permaneced atentos a lo que la misma sociedad, aun secularizada, aun en apariencia indiferente, espera de vosotros como herederos de una gloriosa tradición espiritual, cultural y cívica de vuestra patria".
Una jerarquía sorda
Pero mientras el Papa leía ante los jóvenes su primera condena del drama de los desaparecidos, el premio Nobel de la Paz argentino, el católico Adolfo Pérez Esquivel, convocó una conferencia de prensa para atacar duramente tanto la visita del Papa como a la jerarquía eclesiástica del país, que se mostró sorda a cuanto pasó durante la dictadura. Esquivel dijo que los obispos habían organizado al Papa "una gira turística". Denunció que no haya recibido a las numerosas asociaciones defensoras de los derechos humanos ni a las madres de la plaza de Mayo y criticó que no haya visitado ninguna de las villas miseria. Sobre todo, denunció que tanto la nunciatura como la jerarquía episcopal callasen durante los años terribles de la tortura y de los desaparecidos, y recordó que hubo obispos que "justificaron teológicamente la tortura si no duraba más de 48 horas".
Ayer por la mañana hubo otro golpe de escena. Presionado por la jerarquía, el Papa hizo a última hora un nuevo cambio en su discurso para defender esta vez con gran fuerza a los obispos argentinos. "Sé de vuestro constante esfuerzo y preocupación en los momentos difíciles, en los que la violencia quebró profundamente en el dolor y la muerte la paz, la convivencia y la prosperidad de vuestra patria", dijo. "Sé de severos documentos que condenaban esa violencia e invitaban a la reconciliación; sé de vuestras abnegadas gestiones que salvaron vidas, dando así testimonio de las exigencias del Evangelio. Silenciados u olvidados, Dios conoce vuestra fidelidad. Sé, y lo sabéis vosotros también, que para un pastor esa exigencia de fidelidad a Dios y servicio a los hombres desde el Evangelio permanece siempre porque Jesús, el buen pastor, amó hasta la muerte". Y así, la partida acabó siendo ganada por los obispos.
Demonios en alerta roja
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Raúl Primatesta, en su discurso de la reunión de Juan Pablo II con los obispos, explicó que la razón de que se haya insinuado la existencia de "división o disenso" entre los prelados ha sido la existencia de "ataques del demonio" que "insidian por todas partes".Consecuente con estas afirmaciones, se representó una especie de auto sacramental en el encuentro del Papa con los jóvenes. El gran Satanás arengó a sus huestes y dijo: "En vísperas del aniversario de la Evangelización nos jugamos el todo por el todo". Sobre cada demonio, en forma de mujer, aparecían la sexualidad, el dinero, la droga, la pornografía y la violencia. Había dos demonios siameses: la cizaña del interior de los pueblos y la de la interior de la Iglesia.
Satanás, al empezar la batalla gritó: "De ahora en adelante, se declara el estado de alerta roja". San Francisco Solano les hizo frente tocando el violín; San Martín de Porres pidió "echarles a escobazos" y el cura Brochero remachó: "No sólo a escobazos, sino también a rebencazos".
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