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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mayor dureza

EL ENDURECIMIENTO de la política monetaria a lo largo de las últimas semanas tiene como objeto, al decir de las autoridades, impedir un desbordamiento de la.cantidad de dinero en circulación que terminaría, antes o después, influyendo sobre los precios. El ritmo previsto de aumento de la cantidad de dinero en circulación es del 8% y, según las últimas estimaciones, el crecimiento observado a lo largo de las últimas semanas se sitúa en tomo al 18%. Esta diferencia entre los objetivos del Gobierno y la realidadlace temer a los responsables económicos que se supere la tasa de inflación del 5% prevista para finales de año.La cuestión se complica por la negociación colectiva. Al no alcanzarse un acuerdo salarial a principios de año, los convenios se negocian actualmente en peores condiciones que otras veces, con una conflictividad mayón En su mayor parte, las huelgas y manifestaciones de las últimas semanas suceden en empresas públicas, es decir, en colectivos que tienen, en líneas generales, asegurado el empleo o, cuando menos, gozan de un puesto de trabajo más estable que los trabajadores del sector privado. En cualquier caso, el resultado final de la inflación en el año actual depende en gran medida, aunque no exclusivamente como a veces se dice, del resultado de la confrontación actual. Si los salarios se negocian por encima del 7%, será imposible conseguir que,la inflación baje del 5% a finales del año. El problema no es exclusivamente monetario.

Es lógico que las autoridades monetarias se inquieten por el excesivo aumento de la cantidad de dinero en circulación; su función consiste, precisamente, en velar por el crecimiento ordenado de la misma. Pero también son dignas de tenerse en cuenta las opiniones de quienes advierten del peligro de yugular el crecimiento de la inversión en esta fase del ciclo. El que la discusión se plantee en términos confusos se debe tanto al retraso con que se conocen los datos estadísticos como a la escasa capacidad de la Administración para articular cualquier política que no sea la monetaria.

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