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Compra y rehabilitación de una sala caída en desgracia

El teatro Cervantes de Málaga vivía desde 1950 una época de languidez, dedicándose casi exclusivamente a sala de cine, hasta que en 1981, en plena decrepitud, el Gobierno Civil de Málaga exige a la empresa propietaria una serie de reformas para su continuidad como sala de espectáculos públicos. Los propietarios consideran muy costosa la reforma y optan por el cierre. El deterioro del edificio es cada vez más grave y el Ayuntamiento malagueño inicia gestiones para su adquisición, cerradas, finalmente, en enero de 1984. La decisión e interés del alcalde, el socialista Pedro Aparicio, fueron decisivos para la compra y posterior rehabilitación.

La inversión total ha supuesto unos 450 millones de pesetas, de los que el Ayuntamiento malagueño ha aporta do la mitad y el resto otros organismos de las administraciones central y autonómica. La rehabilitación, proyectada por el arquitecto José Seguí, junto con las obras en la plaza y calles de los alrededores, han tenido un resultado espléndido en el conjunto. El recinto -teatral, con un aforo de 1.171 espectadores, ha queda do convertido también en uno de los más modernos de España por sus instalaciones en sistemas de seguridad e informatización de los equipos de iluminación y sonido.

El Cervantes se reservará, según el alcalde, para espectáculos de gran calidad, que subvencionará el Ayuntamiento. "Es un teatro para perder dinero", ha declarado Pedro Aparicio, "ya que se rechaza un plantamiento de explotación, comercial, pero supone una apuesta para la cultura Colectiva de la ciudad".

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