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El medío ambiente en la sociedad europea

Desde marzo de este año hasta el mismo mes de 1988, y por decisión de las Comunidades Europeas y el Consejo de Europa, se, celebrará el Año Europeo de Medio Ambiente. Su intención es la de producir en la sociedad europea una reflexión sobre el alcance que nuestras actuaciones cotidianas tienen sobre el medio ambiente. El objetivo es lograr una participación activa de los ciudadanos que, en mi opinión, debe desarrollarse en tres fases.En primer lugar, conocimiento ponderado de la problemática ambiental. El medio ambiente constituye en las sociedades desarrolladas un valor más a tener en cuenta en la fijación de objetivos. No es, por tanto, el único elemento, ni siquiera en bastantes ocasiones el determinante de las cuestiones a tener en cuenta para mantener el progreso económico, la estabilidad social y la conformación política democrática. Esta reflexión es la que marca la diferencia entre la propuesta progresista y la receta supuestamente ambiental que reduce la complejidad social a un ejercicio de voluntarismo nada eficaz.En segundo término, integración de las propuestas en defensa del medio ambiente dentro del conjunto de políticas y actuaciones que marcan el esfuerzo solidario del conjunto de los ciudadanos. Poco valor tiene la información acerca del medio ambiente si la propuesta de actuación no se inserta en el conjunto de exigencias, a veces contradictorias, que plantean las sociedades desarrolladas. Por tanto, no es más determinante la información a veces incorrectamente planteada en términos dogmáticos, de verdad absoluta, que los sistemas para hacer que la interacción de las cuestiones ambientales sea un factor de integración social y no al revés.

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En tercer lugar, es preciso acudir en la aplicación sistemática de una política ambiental realista y adecuada al resto de elementos que a la vez la condicionan y la proyectan hacia el futuro: el grado de desarrollo económico, la demanda social y la concienciación de los sectores implicados.Punto de inflexión

Es en esta última fase en donde nuestra incorporación a las Comunidades Europeas ha supuesto un punto de inflexión importante. La política ambiental comunitaria supone un avance normativo y operativo significativo con respecto a posiciones de partida anteriores. Si bien es cierto que la CEE no considera por ahora como problemas ambientales los que se plantean en la península Ibérica (erosión, pérdida de suelo fértil, incendios forestales .. ), no cabe duda que la pormenorización de la normativa comunitaria para atender las incidencias ambientales de las sociedades desarrolladas es notable. En este sentido hay que valorar muy positivamente instrumentos de gestión en la defensa de la calidad de las aguas, en el tratamiento y eliminación de residuos y la disminución de la contaminación atmosférica. A este respecto, la incorporación de España a Europa coincide con un incremento de la demanda social por la consideración del patrimonio ambiental propio. A modo de ejemplo, la ley de Aguas de 1985, con un capítulo dedicado a la calidad del recurso, un planteamiento correcto acerca de la relación entre aguas superficiales y subterráneas y la consideración de las zonas húmedas constituye un modelo operativo propio coincidente con las posiciones comunitarias.

Ahora bien, la aplicación de la política ambiental en España tiene diferencias con el desarrollo de buena parte de los países comunitarios. En primer término hay que referirse necesariamente al grado de desarrollo económico. Nuestra política ambiental no puede, ni en objetivos ni en ritmo, plantear inconvenientes al aumento de la capacidad productiva ni al uso propio de nuestros recursos. Ello no sería políticamente admisible ni socialmente justificable, ni tan siquiera ambientalmente deseable.

En segundo término, hay diferencias en la concepción del medio ambiente porque en nuestro país algunos recursos -el agua, el suelo- no sólo constituyen un objeto pasivo de la protección, sino que sirven para dar cumplida satisfacción a exigencias sociales de primera magnitud. Incluso el rico y variado patrimonio natural español es un recurso potencial vinculado a la existencia física de comunidades locales y no con exclusividad un marco de contemplación estética. Es por ello que a la hora de reflexionar conjuntamente con el resto de países europeos planteemos no sólo los problemas de contaminación, sino las incidencias ambientales que en nuestro entorno producen las actividades de uso de recursos. Objetivo

El mensaje ambiental y, por tanto, el objetivo del Año Europeo de Medio Ambiente no puede ser otro que el de compatibilizar el desarrollo económico alcanzado por nuestro país con una progresiva atención al medio ambiente y los recursos naturales. Y ello no sólo porque la definición de los temas ambientales haya adquirido carta de naturaleza propia en la sociedad europea, sino porque de una sólida lectura de estas cuestiones se debe deducir una opción importante para el desarrollo económico y la creación del empleo.

Por eso, el Año Europeo debe aportar una reflexión basada en la recapitulación del proceso vivido por este continente en los dos últimos siglos y la definición de un marco ambiental para seguir avanzando.

Este proceso va a ser instrumentado con toda seguridad por todos los agentes sociales, asumiendo la cuota de responsabilidad que a cada uno corresponde en la seguridad de que la protección del medio ambiente es un elemento de progresismo y de bienestar colectivo.

Javier Sáenz Cosculluela es ministro de Obras Públicas y Urbanismo.

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