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UN AÑO DE COHABITACIÓN

Francia deshoja la margarita nuclear

Lluís Bassets

LL. B. La propuesta soviética de negociar la reducción de las armas nucleares de medio alcance en Europa ha suscitado inmediatamente reacciones positivas en todos los Gobiernos, a excepción del francés. El ministro de Defensa, André Giraud, aseguró en la reunión del Consejo de Ministros celebrada cuatro días después de la propuesta que se trataba de un nuevo Múnich europeo, en evocación de la claudicación ante Hitler en 1938. Pero el presidente de la República, François Mitterrand, desautorizó al ministro y recibió el apoyo del jefe del Gobierno, Jacques Chirac. También Francia, a través de su presidente y de su Gobierno, apoyaba así la negociación entre norteamericanos y soviéticos para la retirada de los euromisiles.

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Una cuestión terminológica

Giraud, como los ministros de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), pertenece a una de las corrientes políticas más atlantistas y pronorteamericanas, a diferencia de los ministros del partido que reivindica el gaullismo. El temor latente en estos sectores de la derecha francesa es que se produzca una retirada gradual de la presencia norteamericana en Europa, primero a través del desmantelamiento de los euromisiles, y más tarde, quizá, de la disminución de las fuerzas convencionales situadas en la RFA. La desproporción entre fuerzas convencionales y químicas y armas nucleares tácticas entre los dos bloques europeos les hace pensar que un continente sin misiles de medio alcance lleva camino de convertirse en una inmensa Finlandia, presionada en sus comportamientos políticos y militares por la vecindad de la gran potencia soviética.La posición del presidente de la República, François Mitterrand, expresa las ideas más asumidas por la clase política y la opinión pública francesas, lo que se ha dado en llamar el consenso francés en temas de defensa. La retirada de los euromisiles se presenta como una cuestión positiva, que debe ser negociada con garantía y con prudencia, sin intervención de Francia, que tiene una fuerza nuclear independiente fuera de discusión.

A la vez, se reafirma la doctrina gaullista sobre el santuario nuclear francés, que sólo se puede negociar de igual a igual con las grandes potencias. Según Charles de Gaulle, la única forma de garantizar la plena independencia es la posesión de una fuerza nuclear de disuasión que proteja el territorio nacional. Aunque esta fuerza de disuasión francesa (la force de frappe) sea minúscula en comparación con el arsenal soviético, ella sola bastaría para producir daños intolerables al enemigo en caso de necesidad nacional. Es la disuasión llamada de menor a mayor.

Pero permite desarrollar también una idea especialmente importante para los socialistas franceses como es la cuestión de una defensa europea, acoplada a la defensa occidental pero independiente y autónoma. La presencia de misiles norteamericanos en Europa, si bien sirve para garantizar un cierto reequilibrio respecto a los misiles soviéticos, aleja la perspectiva del desarrollo de la defensa europea, implícita en la idea del reforzamiento del pilar europeo de la OTAN y en la revitalización de la Unión Europea Occidental (UEO).

La síntesis de gaullismo y de europeísmo de Mitterrand se desarrolla en una doctrina que el presidente francés ha ido desgranando en recientes declaraciones. Con la retirada de los euromisiles disminuye el arsenal europeo a ambos lados de la frontera entre los dos sistemas. Europa se aleja, a la vez, del peligro de convertirse en el escenario de un conflicto nuclear limitado fruto de una acción de respuesta graduada. Pero eso no tiene por qué llevar a la desnuclearización total de Europa, incluida la force de frappe, que supondría la pérdida de la independencia francesa y también de la posibilidad de una defensa europea. Europa quedaría a merced del lejano paraguas nuclear norteamericano, sometida a la eventualidad de un abandono y bajo la presión del próximo paraguas soviético.

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La doctrina de Mitterrand, ampliamente apoyada en el socialismo europeo, quiere ser también una estrategia de construcción de una seguridad europea. La force de frappe sirve como ilusión de un futuro paraguas nuclear autónomo europeo, acoplado a EE UU pero independiente.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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