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Crítica:TEATRO / '20 HISTORIAS BREVES'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Misterio y cultura del muñeco

20 historias brevesFigurentheater Triangel, de Holanda. Marionetistas, Ans y Henk Boervinkel. 7º Festival de Teatro. Estreno, 6 de marzo, Sala Mirador. Madrid.

La tradición en los rasgos, los gestos, las transmutaciones de los muñecos vivos de Henk Boerwinkel viene de un ensueño flamenco; el Bosco o los Brueghel, Patinir. Y Ensor, y Magritte, y los figurones de cartón de las fiestas callejeras. Seres diminutos y seres enormes, transformaciones de formas de vida, figuras de pesadilla, grises fantasmas con sombrero de copa en barcas errantes...

Se podría hacer también una docena de alusiones a la gran literatura, sobre todo contemporánea, en los cortísimos relatos en los que viven estos seres que ofrecen una relación con lo humano tan ambigua, tan entrañable y hasta morbosa como la que se pueda tener con un animal doméstico y querido.

Las 20 historietas que se desarrollan en la cámara diminuta característica del teatro de marionetas tienen entre sí una unidad: los planos de relación entre los marionetistas -Ans y Henk Boerwinkel- y sus muñecos, corno entre creadores y criaturas (se miran, se comprenden, se temen, se aman, están en relación de dependencia), y entre este mundo cerrado y, el público externo al que a veces miran, piden comprensión, solicitan comunicacion.

Hay algo casi religioso en todo ello; o, por decirlo con palabra más asequible, algo misterioso, algo esotérico. Parece que sólo así, con esta depuración de arte, literatura -sin palabras-, humanidad y cultura, tienen verdadera razón de ser las marionetas.

Perfección

Es innecesario decir que la técnica o todo el conjunto de técnicas -la varilla, el guante, la digital, el alambre- es perfecto, porque de otra forma la necesidad de los movimientos y la expresión no podían alcanzar la cumbre. Y es innecesario porque se sabe va -por lo menos en el extranjero- que no hay genio sin manualidad, que no hay trascendencia sin oficio; que la inspiración es un largo trabajo, y que el trabajo duro es inútil sin el talento.

Lo tiene este pequeñísimo teatro holandés, el Figurentheater Triangel, de Holanda, venido a la Sala Mirador -que con tanto tesón y esfuerzo cultiva diariamente en un delicioso rincón de Madrid el arte de la marioneta- por el 7 Festival de Teatro. De ninguna manera se le puede calificar de un género menor. Es una gran creación.

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