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Una maravilla en los cielos del Sur

Más de tres siglos esperando la deslumbradora muerte de una estrella supernova

La semana pasada, el astrónomo Ian Shelton tuvo un sobresalto de emoción cuando observaba de manera rutinaria a través del escáner unas fotografías en Las Campanas, un observatorio de Chile. En una placa que había tomado sólo unas horas antes con uno de los telescopios pequeños del observatorio había un punto brillante que no había aparecido en fotografías anteriores.

Shelton salió a tomar el fresco aire de la montaña que se respira en la cordillera de la costa chilena, y el científico de la universidad de Toronto volvió a poner en práctica una técnica que los actuales estudiosos del firmamento utilizan muy poco hoy día: levantó la mirada hacia el cielo. Allí, en la borrosa mancha de luz conocida como la Gran Nube de Magallanes, estaba el punto. Dice Shelton: "Durante más de tres horas traté de encontrar varias explicaciones lógicas. Me llevó mucho tiempo el aceptar realmente que lo que acababa de ver era una supernova".Pero sí era una supernova, una estrella de masa sólida muriendo en una explosión de una violencia tal que durante unas pocas semanas emite un resplandor mayor que el de cientos de millones de estrellas juntas. Su hogar, la Gran Nube de Magallanes, es una galaxia satélite, es decir, una isla de estrellas, que está situada un poco más allá de los bordes de nuestra galaxia de la Vía Láctea, a unos 170.000 años luz de la Tierra (un año luz es la distancia que la luz recorre en un año, aproximadamente diez trillones de kilómetros).

A esta distancia, cercana según los puntos de vista de la astronomía, podría estar una de las estrellas más brillantes del cielo sobre todo cuando alcance su nivel de intensidad máximo. Mientras, es claramente visible desde el hemisferio sur. La estrella será la supernova más brillante que se haya observado desde 1604 y la única observable a simple vista desde 1885.

Para el astrónomo de la unlversidad de Chicago W. David Arnett "probablemente esto es lo más importante que ha ocurrido en astronomía desde 1604. Por fin tenemos una manera de comprobar teorías acerca de cómo funcionan las estrellas y las galaxias y de cómo se crean muchos de los elementos pesados". La razón para el entusiasmo expresado por Arnett y otros astrónomos es que ésta es la primera supernova que está lo suficientemente cercana a la Tierra como para ser escrutada hasta en losmás pequeños detalles con las modernas técnicas astronómicas.

Anuncio oficial

Al darse cuenta de la importancia de su descubrimiento, Shelton se puso en contacto rápidamente con el servicio telegráfico de la Unión Internacional de Astronomía en Cambridge, en Massachusetts, Estados Unidos, la cámara de compensación mundial para todo anuncio de nuevos cometas, asteroides y otros fenómenos astronómicos transitorios.

Shelton fue el primero en informar acerca de la supernova, pero, según el director del servicio, Brian Marsden, un astrónomo aficionado de Nueva Zelanda llamado Albert Jones también la localizó aquella noche. Al finalizar el día, el servicio había enviado telegramas anunciando la supernova -oficialmente designada como 1987-A- a 150 instituciones en todo el mundo.

"A partir de ahora", dice el astrónomo Stan Woosley, de la universidad de California, en Santa Cruz, "cualquiera que tenga algo con lo que mirar está observándola". Todos los telescopios ópticos del hemisferio sur están enfocados hacia 1987-A; un satélite japonés lanzado recientemente está estudiando con escáner los rayos X emitidos por los gases calientes de la supernova; el satélite solar Max está buscando los rayos gamina característicos de las explosiones de gran cantidad de energía; y otro ingenio espacial, el Explorador Internacional de Rayos Ultravioleta, ha estudiado ya la radiación ultravioleta de la explosión.

Según esto, la atmósfera de la estrella, que los astrónomos han determinado que está estallando y expandiéndose a una velocidad de 36 millones de millas por hora, se está enfriando ya. En un par de semanas, según el experto de Harvard Robert Kirshner, la temperatura de la corteza en expansión de 1987-A va a bajar de los actuales 10.000 grados centígrados a aproximadamente 6.000, más o menos la misma que la de la superficie de nuestro Sol. Durante la explosión, sin embargo, las temperaturas interiores subieron a miles de millones de grados, y elementos tales como el silicio, el azufre y el platino, sintetizados por la estrella, empezaron a ser lanzados a través de una vasta región del espacio, donde formarán nubes de gas y polvo que podrán fundirse para formar nuevas estrellas y planetas.

Alegría

En realidad, la mayoría de los elementos que abundan hoy en la Tierra, con excepción del hidrógeno, se generaron en alguna estrella que se convirtió en supernova.

Dice Woosley: "El calcio de nuestros huesos, el hierro de la hemoglobina y el oxígeno que respiramos proceden de explosiones como ésta".

La probabilidad de que puedan, de manera definitiva, confirmar o sintetizar sus teorías sobre cómo hacen explosión las supernovas tiene a los astrónomos fuera de sí de alegría. "Es como la Navidad", dice Woosley. "Hemos estado esperando esto durante 383 años". Kirshner está de acuerdo: "Todos los que nos dedicamos a esto hemos estado telefoneándonos unos a otros, en parte por razones científicas y en parte también por puro gusto. Es como cuando alguien tiene un niño, es un gran acontecimiento, y lo único que uno quiere es contarlo".

Copyright 1987, Time, Inc.

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