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SECUELAS DEL 'IRANGATE'ANÁLISIS

La debilidad de Reagan asusta a Europa

La crisis de la presidencia de Ronald Reagan ha producido una ola de profunda preocupación en las capitales de sus aliados europeos. Se siente, aunque no se concrete aún, que la Administración de Reagan ha perdido el control de su política exterior, mientras se acumulan grandes borrascas en las relaciones transatlánticas por razones de proteccionismo económico, la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o la actitud ante el terrorismo.Los aliados temen que durante los dos años que le restan la Administración de Reagan sea incapaz de defender las prioridades de la OTAN y del mundo occidental y de avanzar en las negociaciones con el Este. Para algunos círculos aliados, la capacidad de iniciativa de Reagan, que perdió el año pasado en la cumbre en Reikiavik la oportunidad de concluir un compromiso histórico sobre limitación de armamentos -que, por otra parte, no gustaba a los aliados, y sobre el que no fueron suficientemente consultados-, ha sido socavada por el Irangate y agravada por la descomposición del equipo de la Casa Blanca.

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Incluso en Bonn, pese al apoyo público del canciller Helmut Kohl a su amigo Reagan, casi nadie cree que el presidente pueda recuperarse de los desastrosos efectos del Irangate. En Italia, la clase política está dividida en su apreciación de la crisis en Washington. Muchos son los que opinan que el reinado de Reagan está acabado. Pero. la Democracia Cristiana no es tan tajante, aunque le preocupa que un Reagan debilitado pueda dar algún golpe espectacular para intentar recuperar su popularidad perdida.

"Preocupa mucho ver cómo está Reagan, y ver lo que tiene enfrente, a un Gorbachov dinámico", comenta un diplomático occidental en la OTAN. "Y aquí", advierte, "nadie se atreve a ser optimista con respecto a Moscú". En algunos medios europeos se teme que Gorbachov intente aprovechar la debilidad de Reagan para aparecer como el hombre abierto, reformista y deseoso de paz, sin nadie enfrente que le haga sombra. En esta situación, en que los aliados temen la carencia de un liderazgo norteamericano en la OTAN, los dirigentes de la República Federal de Alemania (RFA) pretenden erigirse, en competencia con los. franceses, en los nuevos directores de orquesta de la Alianza Atlántica. A medida que crece la debilidad de Reagan, cobran fuerza las voces que piden que la RFA asuma este liderazgo, del que el Reino Unido, gobernado por una Margaret Thatcher muy próxima a Reagan y también con dificultades internas, no puede hacerse cargo.

Para la política Este-Oeste, en la que los europeos occidentales mantienen un interés más inmediato que EE UU, los resultados de las elecciones generales en la RFA, que implican una continuidad en la política exterior de

Bonn, representada por el ministro de Asuntos Exteriores, HansDietrich Genscher, ayudan a una ostpolitik en la que Francia puede desempeñar un papel destacado.

Mitterrand, clave

Europa tiene ahora más posibilidades de no pagar los efectos de la crisis norteamericana sobre el diálogo Este-Oeste. François Mitterrand parece un elemento clave. Por encima de la política diaria francesa, se presenta como un hombre de Estado preocupa do por las cuestiones intemacionales. El declive de la presidencia de Reagan aparece como una oportunidad para acentuar el protagonismo francés en la escena internacional. El pragamatismo francés frente a la crisis de Líbano y los rehenes ha otorgado fuerza a París. Lo mismo ocurre con el endurecimiento de sir postura frente a Libia.

En Francia, además, no es descabellado relacionar la decrepitud reinante en la Casa Blanca con la brusca marcha atrás que ha dado el Gobierno de Jacques Chirac en su programa ultraliberal. Hacía tiempo que en Francia no se hablaba de la importancia del diálogo social.

En su análisis de la situación, la diplomacia española comparte las tesis generalizadas en Europa, según las fuentes consultadas, aunque no se hacen declaraciones públicas sobre la debilidad política de Reagan -que reconocen preocupados-, quizá para evitar problemas en unos momentos importantes de las ne gociaciones sobre las bases.

En París, Bonn, Londres o Madrid preocupa muy especialmente la cuestión de la SDI, cuyo eventual despliegue, aunque fuera parcial, trastocaría radicalmente la actual estrategia de la Alianza Atlántica. En estas cancillerías se insiste mucho en una interpretación estricta del tratado ABM, suscrito por las dos superpotencias en 1972, y que limita el desarrollo de sistemas anti misiles balísticos. "El ABM es una garantía de que la SDI se mantiene bajo control", recalca una fuente española.

Desde el secretario general de la OTAN, lord Carrington, hasta la primera ministra británica, Margaret Thatcher, o el presi. dente del Gobierno italiano, Bettino Craxi, todos han pedido a Washington que se celebren consultas antes de que se tome decisión alguna. Los aliados europeos "no están cualificados para decirnos cuál es la interpretación correcta del tratado ABM", declaró el pasado jueves Kermeth Adelman, cabeza de la Agencia para el Control de los Armamentos y el Desarme norteamericana. Las palabras de Adelman provocaron críticas durísimas en la Prensa de la RFA, y Manfred Moellemann, brazo derecho de Genscher, señaló que el Gobierno federal conria más en los políticos de primera línea de EE UU que en sus supuestos expertos.

Las tensiones entre el Departamento de Estado y el Pentágono -encabezados, respectivamente, por George Shultz y Caspar Weinberger- preocupan cada vez más a los aliados europeos como reflejo de la debilidad de la Casa Blanca. Presionado por diversos frentes, halcones y palomas, Reagan no acaba de decidirse sobre cómo proseguir el camino emprendido en la cumbre europea de Reikiavik.

Mecanismo de presión

Las presiones norteamericanas sobre Bonn para que la Comunidad Europea (CE) acepte los criterios de Washington en la guerra comercial, con sutiles sugerencias sobre la posible retirada de tropas norteamericanas del territorio alemán occidental en caso contrario, han enrarecido las relaciones. La utilización de la alianza defensiva como mecanismo de presión en favor del proteccionismo comercial ha provocado fuerte malestar en Bonn y otras capitales.

"Por muchos desmentidos que se produzcan", comenta un diplomático europeo acreditado ante la OTAN, "lo cierto es que el repliegue parcial es una idea que se va abriendo camino tanto en el Congreso como por parte de personalidades tan notorias como Zbigniew Brzezinski, ex consejero del presidente Jimmy Carter, que preconiza retirar a por lo menos 100.000 soldados sobre un total de 350.000. "Queda por ver", añade el diplomático, "si un Reagan tocado por la crisis puede resistirse a tomar una decisión que aligeraría el compromiso financiero de Washington e incitaría acaso a los europeos a hacerse un poco más cargo de su propia defensa".

Después de haber ganado la contienda agrícola a los doce, obteniendo el mes pasado compensaciones por la ampliación de la Comunidad Europea a España y Portugal, Washington ha vuelto inmediatamente a la, carga para intentar conseguir la eliminación de las subvenciones al consorcio europeo Airbus, y ambas potencias comerciales tienen pendientes otras tres batallas sobre máquinas -herramienta, semiconductores y telecomunicaciones.

"Carente de una mayoría republicana en el Senado", comenta un alto funcionário de la Comunidad Europea, "Reagan intenta obtener rápidamente logros económicos arrancando con malos modales concesiones a sus aliados. Pero esto no basta a un Congreso proteccionista que quiero ir más allá". Si la agresividad es la tónica dominante de las relaciones comerciales de una presidencia que intenta atenuar su enorme déficit comercial, de 170.000 millones de dólares (más de 21 billones de pesetas) en 1986, la indecisión es la principal característica de su política monetaria, que siembra el desconcierto entre sus interlocutores europeos, que padecen las consecuencias de! brutal descenso de la divisa norte americana.

"En este caso también", comentan las fuentes comunitarias, la caída del dólar parece ser una concesión para intentar apaciguar a un Congreso que prepara una legislación proteccionista que podría resultar inútil si la devaluación del billete verde permitiese reducir de forma significativa el déficit comercial", y "de ahí las reticencias para definir una política monetaria en colaboración con los europeos".

En el ámbito del terrorismo, las relaciones no son mejores. Varios países europeos se niegan a reunirse con Estados Unidos para hablar del tema formalmente por temor a que una reunión así se convierta en una excusa para discutir eventuales intervenciones militares en Líbano. El despliegue naval en el Mediterráneo oriental es la manifestación de una política norteamericana vista con recelo desde Bonn, Madrid, París o Roma. Las heridas europeas de la incursión aérea contra Libia no han cicatrizado.

Las abiertas presiones para que Bonn entregue a Washington a un terrorista detenido en Francfort acusado de asesinar a un soldado norteamericano durante el secuestro de un avión de la TWA, en junio de 1985, han chocado con firme oposición en la RFA. Tras el Irangate, Estados Unidos no está en posición de pedir a sus aliados que pongan en peligro las vidas de sus ciudadanos secuestrados en Beirut concediendo la extradición de detenidos.

Este análisis ha sido elaborado a partir de informes realizados por Juan Arias (Roma), Lluís Bassets (París), Ignacio Cembrero (Bruselas), Andrés Ortega (Madrid) y Hermann Tertsch (Bonn).

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