La ventaja soviética en Ias relaciones con Teherán
Los intereses de Estados Unidos en Irán habían alcanzado la cotización más baja de la historia, con el súbito final de la crisis de los rehenes norteamericanos, el día de la toma de posesión del presidente Ronald Reagan, el 20 enero de 1981. La Embajada estadounidense en Teherán había sido entregada a los guardianes de la revolución y las operaciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) habían llegado a su fin. Estados Unidos no tenía ojos ni oídos en Irán, y aparentemente tampoco los deseaba.Mientras tanto, la Unión Soviética seguía una política iraní de increíble actividad, bajo la dirección de su entonces jefe del Comité Estatal de Seguridad (KGB), Yuri Andropov, y de su experto en temas. de Irán, Gueidar Alí Reza Aliev. Eso llevó, en julio de 1981, a la firma de un histórico acuerdo de cooperación militar, por valor de miles de millones de dólares, y a la llegada de consejeros militares soviéticos y agentes de los servicios secretos, cuyas tareas iban desde el mantenimiento del equipo militar iraní a la instrucción por él KGB de una moderna fuerza de seguridad de elite.
Para contrarrestar estos avances soviéticos en Irán, la Administración de Reagan, a partir de 1983, empezó a concebir una estrategia que evitara una segunda expulsión de Irán, cuyas consecuencias serían infinitamente más fuertes para los intereses de Estados Unidos y de sus aliados que la caída del sha.
Galanteo con los 'mullahs'
Irán venía preocupando a los estrategas del Kremlin desde los tiempos de Catalina la Grande. En en el siglo XX, la Unión Soviética ha ocupado territorio iraní en dos ocasiones, en 1921 y en 1946. Para detener el intento de Stalin de establecer una República Popular de Aserbaiyán en la provincia del noroeste de Irán, limítrofe con la Unión Soviética, el presidente de Estados Unidos Harry Truman llegó a amenazar con utilizar el poderío de su monopolio nuclear contra territorio soviético. Convencidos de la determinación del presidente, la URSS retiró sus tropas de Irán y, el 12 de diciembre de 1946, la crisis que el sha llamó "el Estalingrado de las democracias occidentales" llegó a su fin.
A diferencia de los servicios secretos norteamericanos, cuya total ignorancia de la oposición religiosa al sha quedó al descubierto durante la revolución iraní, el KGB llevaba tiempo interesado en el clero shií. Uno de los más importantes agentes soviéticos en Irán, George Sergueivitch Agavekev, mantenía a sus jefes de la central de Moscú informados sobre los esfuerzos por apartar a los mullahs (clérigos) de sus contactos con los servicios secretos británicos ya en la década de 1920.
"Nuestro agente en Qom habla farsi tan bien como un nativo", telegrafió Agavekev. "Ahora ya tenemos a nuestros propios ayatollahs". Cincuenta años más tarde, mientras la CIA se esforzaba por comprender las motivaciones de un monarca moribundo, el KGB se dedicaba activamente a poner en marcha una red de agentes dormidos, que había establecido durante décadas.
Una baza soviética en Irán era el Tudeh, un partido comunista fundado en 1919 por un comisario político llamado Raskalnikov, que había llegado al norte de Irán en busca de desertores rusos del ejército del general Anton I. Denikin. En el momento de las huelgas generales de septiembre de 1978, que precipitaron la caída del sha, las células del Tudeh salieron de la clandestinidad para frenar la producción petrolera y el sector bancario iraní. La televisión nacional, controlada por el Tudeh, exageró y dramatizó la oposición al régimen del sha.
Marxistas con turbante
Fuentes de los servicios secretos franceses informaron que el KGB había elegido un nuevo líder del Tudeh, Nuradine Kianuri, en 1978, que volvió de la República Democrática, Alemana (RDA) a Teherán en los últimos días del régimen del sha, junto con unos 2.000 o 3.000 activistas, la mayoría de los cuales habían sido entrenados en técnicas subversivas en Moscú. A pesar de la supuesta eliminación del Partido Tudeh de Irán en 1983, Kianuri sigue activo.
Otros dirigentes del partido, simplemente se han dejado crecer la barba y puesto turbante, y actualmente controlan el Partido de la República Islámica, en el poder.
Con mucha diferencia, la baza más importante soviética en el Irán actual es lo que los intelectuales iraníes, como el doctor Husang Nahavandi, llaman los "marxistas con turbante". Llamados generalmente "ayatollahs en Occidente", dijo el doctor Nahavandi, esos mullahs "no son realmente el producto de escuelas coránicas ni de seminarios teológicos, sino de los campamentos radicales palestinos y de las escuelas de adiestramiento de Corea del Norte, Yemen del Sur, Cuba y la República Democrática Alemana. Algunos incluso desempeñan cargos directivos entre los sandinistas".
El más conocido de los marxistas con turbante es el presidente de la República Islámica, Alí Jamenei, de 45 años, graduado en la universidad Patricio Lumumba, de Moscú, y una de las figuras clave en los esfuerzos iraníes por exportar su revolución por todo el Oriente Próximo. Durante las décadas de los sesenta y setenta, Jamenei se adiestró en Yemen del Sur y Líbano con dirigentes palestinos prosoviéticos.
En 1981, Jamenei ayudó a promover a su medio hermano Mir Husein Musavi, de 42 años, al puesto de primer ministro Además de manejar los asuntos diarios de Estado, Musavi está especializado en las relaciones con Cuba, Nicaragua y Libia países a los que viaja con frecuencia.
Con Jamenei, se ha convertido en el crítico más acerbo del presidente del Parlamento, Hachemi Alí Akbar Rafsanyani, que fue el primer dirigente iraní con el que tuvo contacto el ex consejero norteamericano de Seguridad Nacional Robert C. McFarlane.
En julio de 1981, la Unión Soviética y la República Islámica de Irán firmaron un histórico tratado de cooperación militar. El acuerdo cubría el adiestramiento del Cuerpo de Guardias de la Revolución (pasdaran), asistencia técnica, venta directa de armamento soviético y la instalación de bases de escucha soviéticas.
Los iraníes pagaron los servicios de los soviéticos en dólares (no en petróleo), incluyendo la compra de misiles para ejercicios de entrenamiento. Los iraníes insistieron en que los instrumentos soviéticos "no llevaran insignias que pudieran identificar su nacionalidad". A mediados de 1983 había unos 3.000 asesores soviéticos en Irán, de acuerdo con los términos del tratado.
Bases espías soviéticas
Por el tratado de julio de 1981 se instalaron en Irán dos bases de escucha soviéticas. La primera, en las montañas de Kuhe Malek Siá, al este de Baluchisián, directamente en la frontera irano-afgano-paquistaní. Era una de las primeras indicaciones de que la Unión Soviética había empezado, a aprovechar el corredor. baluchistaní.
A tan sólo 300 kilómetros del golfo de Omán y a 700 kilómetros de la costa de Arabia Saudí, esta base de escucha proporcionó a los soviéticos la posibilidad de controlar todo el tráfico del estrecho de Ormuz y conseguir la posibilidad de cerrar el paso de la fuente principal de suministro de petróleo occidental.
. La segunda estación de escucha soviética se montó al sur de Shiraz, a solamente 200 kilómetros del golfo Pérsico. Esta ubicación permitía a los soviéticos controlar la actividad aérea saudí, además del tráfico militar y de petroleros. Sumada a las bases ya existentes en Yemen del Sur, Etiopía y Siria, significaba que ahora Moscú tenía una capacidad electrónica de recepción de información que cubría toda la región.
Hasta el momento, la Unión Soviética no ha explotado estas ventajas que, al sumarse a la cadena. de nuevas bases aéreas del sur de Afganistán, ampliaban el alcance de los aviones tácticos soviéticos hasta el estrecho de Ormuz.
@
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Ruhollah Jomeini
- Tráfico armas
- Ronald Reagan
- Terrorismo internacional
- Opinión
- Caso Irán-Contra
- Irán
- Secuestros terroristas
- Orden público
- Comunismo
- URSS
- Bloques políticos
- Seguridad ciudadana
- Delitos orden público
- Estados Unidos
- Ciencias políticas
- Bloques internacionales
- Secuestros
- Política exterior
- Casos judiciales
- Sucesos
- Ideologías
- Asia
- Terrorismo
- Oriente próximo