Siguen los saldos

El Reino Unido es, con frecuencia, a" causa de no se qué enrevesados convenios de producción, un plató estadounidense metido sin aduana en la Comunidad Económica Europea. Me cuentan que, por ejemplo, una producción multinacional, La misión, el a todos los efectos una película de nacionalidad británica y que no hay para ella ningún filtro que le impida disfrutar en la Europa comunitaria de los mismos derechos -y unos pocos más, derivados del poder de su distribución muliinacional- que cualquier producción francesa, italiana o realmente británica. Y ahí está la cuestión: ¿Todas las películas que se producen en el Reino Unido son realmente británicas o las hay norteamericanas disfrazadas? Que dé la respuesta quien pueda darla.Decisión final es una coproducción británico-canadiense. Es probablemente, como producto, inofensivo y no tiene trampa bajo el cartón, pero la verdad es que se ajusta como anillo al dedo al modelo epidémico de películas de relleno, de saldo y de lote, a que hicimos alusión recientemente en estas páginas: una nadería, un filme de tercera clase que pese a su mediocridad, y tal vez a causa de ella, ocupa en España salas de proyección, fechas de estreno y horas de proyección que de esta manera son indirectamente robadas al buen cine que deja de proyectarse en nuestras pantallas precisamente por esa falta de sitio del que se benefician engendrillos como éste, nadie sabe por que.

Nada que decir de este filme, como tampoco de Armados y peligrosos, éste sí un típico producto de lote norteamericano impuesto a las pantallas del mundo -las nuestras, incluidas- por la fuerza de un sistema de distribución que en su reparto de frutos nobles adosa a cada uno de estos frutos un lote residual de cinebasura que los exhibidores han de comprar si quieren aquél y que, de carambola, los espectadores hemos de tragar aun a costa de envilecer nuestra mirada, no tanto por ver filmes como éste como por dejar de ver los que no nos llegan por su causa.

En idéntica línea de distribución se encuentra Harvard, movida americana, un estúpido título adulterado -el original es Soul men- que por una vez se acopla a la propia estupidez de lo que enuncia. Película caserísima y provincianísima, puede ser edificante para las familias de los chicos de Oregón que aspiran a ingresar en la universidad de Harvard, pero que en la actual movida estudiantil española suena a digresión marciana. Estos tres estrenos entran en un desolador marco. Un recuento hecho el día 6 de este mes en la cartelera de Madrid nos da las siguientes cifras de estrenos: total, 47. De ellos, 28 son norteamericanos, casi dos tercios; siete, españoles; cuatro, británicos; cuatro, franceses; uno italiano, y otro alemán. Añadamos uno más canadiense, otro argentino y la cuenta se cierra en disparate aritmético.