Creer en el cine
Scott Fitzgerald ya enterró al último magnate de Hollywood. En España, sin ese naranjal cultivado por Clark Gable o Greta Garbo, todo era mucho más pequeño, mucho peor. España apenas ha tenido ricachones en su cine y casi no ha tenido industria. Por eso, el término productor no remite a millonarios sátrapas, sino, más bien, a avisa dos pedigüeños que buscan en la Administración y en alguna entidad privada los cuatro duros que permitan hacer una película. Pero películas hay muchas y el dinero puede gastarse de mil maneras. Elías Querejeta ha gastado el suyo y el de los demás en intentar un cine digno. No sólo para conseguir esa buena película que duerme, invisible, en un cajón de filmoteca, con todos los laureles que se quieran, pero sin ser vista por nadie. Querejeta ha tenido la osadía de pensar que este cine no se justificaba sólo por los parabienes del gremio ilustrado, sino que era posible convocar a un sector mínimamente considerable de público. Querejeta se compromete con el cine que produce, lo hace suyo y puede hablarse de un estilo Querejeta sin por ello desmerecer la singularidad de los directores que han trabajado con él. El espíritu de la colmena, por ejemplo, es una obra maestra de Víctor Erice, pero también es la obra de un productor que pensó que valía la pena hacerla. Algunas productoras de Hollywood consiguieron cierta imagen de marca (el terror de la Universal, los musicales de la Metro). Querejeta también. No porque se apoyara en la artesanía ancestral de un género, sino porque se ha implicado en sus proyectos -ha sido guionista de varios-, ha trabajado con un equipo técnico más o menos estable -el desaparecido Luis Cuadrado, Primitivo Álvaro.. . - y ha sabido escoger a sus amigos: Saura, Erice, Armendáriz.
Querejeta es una figura discutida, pero en los años sesenta apostó por un cine distinto que finalmente abrió las taquillas de la Administración a una apuesta necesaria. Al cine español le faltaba la evidencia de que podía ser algo más que charlotada y Querejeta fue uno de los que se la dio. Y la sigue dando.
Babelia
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