Universidad y circo

Soy estudiante. Ahora dicen que maleante, sólo porque, como nos aleccionó Thoreau, no desee que se cultive el respeto a la ley tanto como a lo justo.Quedan pocos meses para licenciarme y, por fin, tras casi cinco años de letargo universitario puedo regurgitar ese inexpresable grito apagado que latía en mí y en todos mis compañeros, ese grito munchiano de hastío que se nutría y se nutre de la impotencia de recibir una educación digna. Señor Maravall, ese grito es la piedra que rompe los cristales de su ministerio, y que usted sofoca con balas. Batueca solución, comentaría Larra.

Es lamentable tener que confesar que, tras este largo tiempo, la Universidad no me ha brindado ningún conocimiento, exceptuando el conocimiento de la diversión. Sí, señor ministro, a la Universidad vamos a divertirnos, como los niños que van al circo, a divertirnos y a reírnos de nuestra mísera situación: masificación, escasez de medios y, sobre todo, la suprema incompetencia del profesorado. Y también nos reímos de los señores contribuyentes, porque, al fin y al cabo, ellos son los más engañados. Para llorar... de risa.

Pero, desengañémonos, estudiar en España ya no es llorar, es beber. Por último, y a manera de posdata, déjeme recordarle lo que nos dejó escrito Unamuno, un hermoso credo que debería presidir su ministerio: "Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe... sólo la cultura da libertad... No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura". Recuérdeselo al señor presidente cuando debatan el próximo presupuesto militar.- Estudiante de la universidad Complutense.