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La presión fiscal y las altas cotizaciones que se obtienen en el extranjero, causa de la exportación de objetos artísticos

Los coleccionistas consideran insuficientes las ayudas previstas en la legislación española

La exportación ilegal de objetos de valor histórico es "un hecho frecuente", según coincidieron en señalar diversos coleccionistas y comerciantes consultados por este diario. Este hecho, explicaron, se debe a la "gran presión fiscal" que ejerce el Estado sobre los propietarios de bienes muebles pertenecientes al patrimonio histórico español. Las exenciones tributarias que prevé la ley fueron consideradas por los medios consultados como "insuficientes". Ocurre además que los precios pagados en los mercados internacionales son sustancialmente superiores a los que se obtienen en España.

Suiza, donde el pasado jueves fue subastada la colección de moneda catalana Soler-Cabot (la Administración investiga la hipotética exportación de este conjunto), es el principal país receptor de los objetos de valor histórico que salen de España. Le siguen, aunque en menor medida según las fuentes informantes, Gran Bretaña y Francia. "En Suiza todo pueda entrar, venderse y salir libremente sin pagar nigún tipo de impuesto", explicaron las fuentes con sultadas. Además, ocurre que la cotízación que suele alcan zarse en el mercado helvético es superior" a la que, normalmente, se obtendría en España.A este último hecho, "ya de por sí importante", comentaron las fuentes consultadas, "se suma el beneficio añadido y nada despreciable que supone el no pagar tasa alguna". El propietario de una colección de moneda vendida en España en más de 100 millones, por ejemplo, podría llegar a pagar hasta 30 millones en impuestos", aseguró un comerciante. Este supuesto se refiere a la venta de una colección cuya existencia no hubiera sido declarada previamente ya que, de lo contrario, el impuesto a pagar sería sensiblemente inferior al calcularse su cuantía sobre el beneficio obtenido, es decir, sobre la diferencia existente entre el valor inicial de la colección y su precio de venta.

Los gestores del mercado del arte en Suiza, bancos en su mayoría, facilitan mucho las cosas. Cuando se les ofrece algo para que gestionen su venta, sea un cuadro o una colección de monedas, por ejemplo, efectúan una investigación que se centra únicamente en comprobar su "lícita procedencia", explicó una de las personas vinculadas al negocio. "Sólo comprobamos que no ha sido robado. Si ha sido exportado ilegalmente es algo que sólo incumbe a su propietario y allá él con sus posibles responsabilidades ante la Administración o la Justicia de su país", agregó. "Nosotros nos limitamos a vender y a cobrar nuestra comisión, normalmente del 15% sobre el valor de la venta", concluyó.

Manos libres

Por lo general, los propietarios de colecciones y objetos artísticos no informan a la Administración de su existencia. Con ello renuncian a las ayudas previstas en la ley pero, a cambio, "tienen las manos libres para hacer lo que quieran y eso, tal y como están las cosas, casi siempre se traduce en un gran beneficio", explicaron las fuentes consultadas. "Se ahorran, por el ejemplo, lo que deberían pagar en impuestos sobre el patrimonio y, en caso de muerte, evitan a sus herederos el impuesto sobre transmisiones". Igualmente, el que la Administración desconozca la existencia de una colección, especialmente las de objetos de pequeño volumen, facilita su posible exportación, que si no cuenta con la preceptiva autorización será siempre ilegal, según la normativa vigente.La salida clandestina de un objeto artístico tiene también otros objetivos: evitar el pago de la tasa de exportación (entre un 5% y un 30% del valor de la obra u objeto) y salvaguardar el beneficio que puede obtenerse en los mercados extranjeros. En su artículo 33, la ley del Patrimonio Histórico señala que "siempre que se formule solicitud de exportación, la declaración de valor hecha por el solicitante será considerada oferta de venta irrevocable a favor de la Administración".

Una colección tasada en 50 millones de pesetas, por ejemplo, puede alcanzar fácilmente los 100 millones en Suiza. "Si pides autorización para exportarla, te arriesgas a que la Administración se la quede por su valor inicial. Si eso no ocurre y te dan permiso, tienes que pagar un 20%", explicaron las fuentes consultadas.

La exportación ilegal de objetos artísticos está castigada con multas de hasta 100 millones de pesetas.

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