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LA URSS CAMBIA DE CARA

El líder soviético reduce a cenizas el cadáver de Stalin

Pilar Bonet

"Y vosotros, que ahora procuráis / recuperar el paraíso del pasado, / id, pues, a llamar a Stalin. / Ya que era Dios, / se puede levantar". Esta estrofa, parte de un poema concluido en 1969 por el poeta Aleksandr Tvardovski, fue publicada ayer por primera vez en la revista literaria Znamia, en Moscú. No es una anécdota. Refleja el telón de fondo sobre el cual Mijail Gorbachov pronunció el martes su largo discurso programático ante el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).Tvardovski, uno de los abanderados del deshielo literario de Nikita Jruschov, murió en 1971 sin que su poema contra Stalin -El derecho a la memoria- viera la luz hasta ahora, al unísono, puede decirse, con la película Pokaianie (La confesión), recién estrenada en Moscú y también otra gran obra antiestalinista.

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El antiestalinismo es el ropaje moral con el que se presenta el líder soviético de una forma clara casi dos años después de haber obtenido el poder. Se trata del estalinismo como una desviación de los principios leninistas, de la democracia interna y de la discusión viva dentro de las instituciones, como un sistema que impone el autoritarismo y las verdades dogmáticas e inamovibles.

Gorbachov no nombró directamente a Stalin en su discurso. La intelectualidad soviética que todavía tiene deudas que saldar con el pasado lo hace por él. Tampoco nombró a Jruschov, pero está hoy claro que Gorbachov ha recogido la antorcha que aquél no lograra llevar a su meta en lo que a renovar el ambiente moral y social se refiere.

El líder soviético se enfrenta a dificultades en distintos frentes -en política interior, en economía, en política internacional, en ideología- y no está claro aún en qué medida contará con el apoyo, las alianzas propicias y la astucia suficientes para vencerlas. Las dificultades vienen del aparato del poder -"no todos marchan por ahora al paso de las exigencias de la vida", dijo el dirigente-, de quienes se "liberan despacio de la carga del pasado, acechan la ocasión e incluso frenan las cosas abiertamente, entorpeciendo el amplio desarrollo de la actividad política, social y laboral de la población".

"Las mejoras suceden lentamente". La transformación ha resultado más difícil de lo que se imaginaba antes. "Los problemas acumulados en la sociedad" son también más profundos. En la sociedad soviética hay quien intenta aprovecharse de la perestroika (transformación o reconstrucción), quien se enmascara con ella, quien desconfía, quien la frena y quien no la comprende, de creer el mensaje del dirigente.

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Vivir, un problema

Las dificultades vienen también del pueblo soviético, de los mismos trabajadores que expresan su intranquilidad por el "rumbo de la realización práctica" de la perestroika. En otras palabras, que vivir sigue siendo una tarea problemática en la URSS, dadas las deficiencias en los bienes y servicios básicos (alimentación, vivienda, transporte, sanidad ... ). Al pueblo se le pide, sin embargo, que se dé por aludido y arrime el hombro. Gorbachov lamentó que los soviéticos piensen en el vecino, en su jefe o en su compañero de trabajo cuando se habla de la perestroika.

El líder mencionó la oposición provocada por el Gospriom, organismo de control introducido recientemente que se encarga de vetar la producción industrial de mala calidad y actúa como un filtro independiente en teoría de la empresa fabricante. Según Gorbachov, hubo trabajadores que "en lugar de arremangarse y ponerse a mejorar la calidad, empezaron a asustarse y a asustar a los otros con posibles complicaciones, situaciones conflictivas y paros en las fábricas".

En política, Gorbachov se ha pronunciado por una democratización del aparato del poder y una reforma en el sistema de justicia. En teoría, todos estos mecanismos funcionaban con gran perfección. Si a los textos nos remitimos, los estatutos del partido, por ejemplo, ya garantizan el derecho a la crítica de los militantes, y no sólo el derecho, sino también el deber; el voto secreto, la obligatoriedad de dar respuesta a las preguntas de la base y el derecho a expresarse de ésta. Todo estaba garantizado, pero reinaba la arbitrariedad, y por eso una parte de la población penal de la URSS, inocentes condenados por jueces y fiscales incompetentes y desaprensivos, espera hoy que llegue la reforma penal y les pongan en la calle.

La fe del ciudadano está mermada. El partido reconoce su fracaso, pero no se plantea dejar el campo libre, sino "restablecer la apariencia limpia y honrada del dirigente comunista, la apariencia sobre la cual echaron manchas los delitos de los degenerados". Gorbachov trata de tender un puente entre el poder y el pueblo, pero no puede prometer una vida más desahogada a corto plazo, sino una sacudida moral, una mayor democratización, un sistema más justo, un complejo ideológico y cultural menos esclerotizado. Y por ahí han comenzado las cosas. La intelectualidad soviética le apoya, aunque teme que esta época pueda acabar de pronto, como un sueño.

Dudas económicas

En economía, los cambios no parecen aún claramente perfilados Gorbachov no ha podido trazar aún un cuadro global de la reforma económica radical que pretende. En el pleno del Comité Cen tral consideró adecuado convo car otro pleno de la misma insti tución para examinar la reforma del mecanismo de dirección económica que "afecta a cuestiones cardinales del funcionamiento del sistema económico socialista, muchas facetas de la vida política y social, de estilo y métodos de trabajo del partido".

Gorbachov, que anunció una nueva ley sobre las empresas estatales, pretende conjugar una mayor autonomía de éstas con el plan central. Anunció que se preparan documentos para perfeccionar el funcionamiento de los órganos económicos centrales, los ministerios e instituciones, pero no dio detalles sobre estos cambios, que vienen siendo anunciados desde hace tiempo.

Ante el Comité Central, Gorbachov predicó perestroika para todos, incluido el Ejército, excepto para el Comité Estatal de Seguridad (KGB), que dispone de "cuadros templados ideológicamente, entregados al partido y al pueblo, preparados profesionalniente". El KGB, a diferencia del Ministerio del Interior, permaneció al margen de la crítica en el discurso del líder; pero si las palabras de Gorbachov van en serio y han de cumplirse en la práctica, la poderosa organización de la policía ideológica de la URSS tendrá que aprender también nuevas formas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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