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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El conde de Aranda

Yo creo que en el discurso del señor duque de Alba, en la toma de posesión del sillón f de la Real Academia de la Lengua, hay más dulce nostalgia y gongorinos cambios de ritmo literario que acertada visión de una época, de unas reformas supuestas y de un personaje como el conde de Aranda, del que habría que decirse que el tuerto es rey. Mire,Pasa a la página siguiente

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don Jesús, el conde de Aranda reformó poco los espectáculos. Disponer que se "retirasen los paños o cortinas" y se sustituyesen por "decoraciones pintadas" hubiera significado un indudable avance estético si no fuera porque lo que avanzó de verdad fuera la policía y la censura de los espectáculos. Y es que el señor duque de Alba ha leído mucho las cartas del conde de Aranda y poco o nada al insigne don Emilio Cotarelo Mori, que en su trabajo sobre María del Rosario Fernández, La Tirana, escribe, nada más empezar: "Una de las causas, y no la menos eficaz, de que durante la mayor parte del siglo pasado [se refiere al XVIIII no se hubiesen compuesto buenos dramas y comedias fue la cruzada, la guerra sin cuartel que el elemento más ilustrado de nuestros compatriotas (léase el conde de Aranda y don Pablo de Olavide), ciegos por el deseo de novedades (había que huir de la realidad española, como siempre) y el espíritu irreflexivo de imitación extranjera hizo al gran teatro nacional del siglo XVII".

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"Para aquellos éclairés, que no veían más formas dramáticas que las definitivamente establecidas por Racine y Moliére, Voltaire y Destouches, las producciones de Lope de Vega eran desordenadas hasta lo monstruoso, ingeniosos desatinos las de Calderón, groseras e indecentes las de Moreto, logogrifos gongorinos las de Rojas, y absurdas todas ellas...". Con estas "iniciativas reformistas", qué se podía esperar... El hundimiento más absoluto del teatro español... El conde de Aranda, que era un osado (en palabras de Cotarelo) llegado de Francia, construyó el llamado Teatro de los Sitios (Aranjuez, El Escorial, San Ildefonso), destinados a dar representaciones exclusivamente de obras traducidas... Y no contento con esto, y como tenía manías afrancesadas, nombró al francés monsieur Luis de Azema y Reynaud profesor de dicción de los cómicos españoles. Y comenta el bueno de don Emilio Cotarelo: "¡Tendrían que ver y oír las explicaciones que el buen provenzal diese a La Granadina, por ejemplo, acerca del tono con que debían hacer las castañeras los sainetes, o a Chinita para los andaluces y demás tipos puramente nacionales!". Eso sí, don Jesús, quitaron la concha del apuntador; pero, de Lope, nada...- Manuel Martínez Mediero

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