Por las venas de la copla
Hacía tres años que Carlos Cano no actuaba en un teatro madrileño, y salió a escena con ganas de dejar bien sentado cuál es su puesto. El cantautor demostró un dominio sobre el escenario que ha ido afirmando en estos últimos años, tocó con un grupo de músicos sólidos, especialmente el guitarrista Gaspar Payá y el painista Horacio Icasto, pasó lista a Gerald Brennan y Emilio el Moro, a Ocaña y Pericón de Cádiz, al amor y a la emigración, a Felipe y la OTAN.La aparición del Coro del Callejón de los Negros, completa antología de los mejores Al Jolson granadinos, añadió un toque de color que tiene más de homenaje que de necesidad musical.
El desafío normal que se plantea hoy día a un cantante es cómo rodear sus canciones de los aditamentos necesarios para que sean éxitos.
Carlos Cano
Con el Coro del Callejón de los Negros y Horacio Icasto (piano), Gaspar Payá y Mario Juárez (guitarras), Álvaro de Cárdenas (bajo) y Pancho Company (batería) Teatro cine Salamanca. Madrid, 4 y 5 de diciembre
Hay todavía otro desafío que, aunque abunde poco, se da todavía entre ciertos músicos y cantantes: el de buscar un lenguaje musical propio con que expresar su personal mundo de vivencias.
Carlos Cano se ha planteado este último desafío, que tampoco excluye al primero, y los resultados saltan a la vista claramente.
Carlos Cano es un cantautor hondo que, curiosamente, se vuelve más hondo cuanto más utiliza las formas musicales supuestamente fáciles y tópicas de la copla.
Durante años su obra ha venido balanceándose entre dos opciones estéticas: la asunción y revitalización de la copla y una labor de cantautor más al uso. Con el tiempo ha decantado su estilo hacia la copla como síntesis de todo su trabajo anterior.
Coplas
La copla -género tan excelso como infame, según quién y cuándo lo haya practicado- no es para Carlos Cano un modelo a imitar, es un mundo en el que sumergirse para escribir canciones con las que cuenta lo que le pasa y lo que ve pasar a su alrededor. Son las suyas coplas-crónica y coplas-crítica, coplas líricas y satíricas, tiernas y punzantes, pegadizas y hondas.Coplas, naturalmente, heterodoxas, porque si el plagio no es permisible si no va precedido del asesinato, la práctica de un arte de género no debería permitirse si no se rompe el género en mil pedazos.
Y lo que resulta verdad es que, si bien en este viaje iniciático por las venas de la copla a que se ha lanzado Carlos Cano quedan todavía kilómetros que recorrer, muchos para que los recorra un artista solo, el trabajo realizado por el cantautor granadino debería implicar al menos que ya no quedara sitio para coplas tópicas y vulgares, tonadilleras esterotipadas y cupletistas de toro y luna.
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